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"Donde la Luz Aprende a Respirar" [Capítulo 28] Crónicas del Dios del Oceáno - Infinity Kingdom

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Article Publish : 11/02/2025 07:08
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💦 Bienvenidos a un nuevo capítulo de mi historia, "Crónicas del Dios del Océano".

Soy Persephone, y hoy les presento el capítulo veintiocho de esta aventura, donde exploraremos el pasado de Poseidón, y descubriremos todas las vivencias que lo forjaron como el majestuoso Dios del Océano que conocemos.

¡Los invito a acompañarme en este emocionante viaje! 


💦 Resumen del anterior capítulo:El Núcleo del Abismo

En las profundidades donde la luz no alcanza, Zeus y Atenea son arrastrados por las corrientes de un océano que parece tener conciencia propia. A medida que avanzan, el mar les revela fragmentos de templos olvidados y ecos de antiguas plegarias, como si la memoria del mundo fluyera entre las mareas. En ese silencio vivo, ambos dioses comprenden que Poseidón no solo contuvo el caos: le dio forma, despertando una inteligencia ancestral que los observa y los juzga.

De la oscuridad emerge una entidad colosal, compuesta de agua, coral y luz, que afirma ser el recuerdo del pacto que los dioses rompieron. Les revela que cuando la divinidad olvidó su deber, el mar mantuvo viva la promesa. Sin deseo ni ira, solo con memoria, el océano busca restaurar el equilibrio perdido, fusionando cielo y mar en una sola existencia. Zeus se opone, defendiendo la libertad de elegir, mientras Atenea percibe que esa unión podría significar tanto el fin de los dioses como un nuevo comienzo para el mundo.

La tensión entre destrucción y renacimiento se intensifica mientras la superficie del mar refleja el cielo y las estrellas caen sobre las olas. Comprendiendo que no pueden huir del juicio del océano, Zeus y Atenea deciden adentrarse en su corazón, dispuestos a enfrentar la verdad que Poseidón dejó atrás. Allí, en el núcleo del abismo donde el recuerdo y la creación se confunden, deberán decidir si el despertar del océano traerá la disolución de los dioses o el renacer de un nuevo orden universal.


💦 Capítulo 28: “Donde la Luz Aprende a Respirar”

Las corrientes dejaron de fluir como ríos separados. En su lugar, el mundo comenzó a latir. Cada corriente, cada soplo de aire, cada vibración de la tierra se entrelazó en un mismo pulso que ascendía y descendía, como si el planeta entero respirara bajo el mismo compás. Zeus y Atenea descendieron hasta el corazón del abismo siguiendo ese ritmo, guiados por una fuerza que no los repelía ni los aceptaba, sino que los recordaba. En aquel lugar, donde el tiempo era solo un eco suspendido, el pensamiento adquiría forma y el silencio podía hablar.

El entorno ya no era agua, ni vacío, ni sombra. Era algo más: una sustancia viva, translúcida, donde el pensamiento de cada dios, de cada criatura que alguna vez había existido, flotaba como partículas luminosas. Allí, en medio del fulgor líquido, vieron un corazón inmenso, no hecho de carne, sino de marea y memoria. Cada latido hacía vibrar los restos de templos hundidos y los nombres olvidados de divinidades anteriores al Olimpo. Las voces de Tethys, Ponto y Océano resonaban en sus mentes, entrelazadas en una melodía de advertencia y promesa.

Atenea avanzó con cautela, su armadura resplandeciendo con un brillo que el mar reflejaba como si reconociera su luz.

Esto… no es solo el espíritu del océano —murmuró—. Es Poseidón… y todo lo que fue antes de él.

Zeus asintió, con la mirada fija en el núcleo palpitante. Cada latido evocaba recuerdos de su hermano: la furia de las tormentas, la calma después del caos, la inmensidad de la creación.

Su sacrificio no lo destruyó —dijo Zeus—. Lo transformó en esto. En un puente entre el mundo y lo que vino antes.

El corazón del abismo respondió. De su interior surgió una figura amorfa, primero líquida, luego casi humana, hecha de corrientes y destellos de luz marina. Cuando habló, su voz fue múltiple: la de Poseidón y la de todos los que alguna vez habían gobernado las aguas.

El mundo se fragmentó porque los dioses lo separaron —dijo la entidad—. El cielo, la tierra y el mar dejaron de entenderse. Pero el pacto que se selló en mi sacrificio nunca fue para dividir, sino para unir.

Atenea inclinó la cabeza, comprendiendo al fin.

Quieres disolver los límites. Que la creación entera respire en un solo cuerpo.

No quiero —corrigió la entidad—. Soy el deseo del mundo por recordar su unidad.

Mientras tanto, en la superficie, la transformación se hacía visible. Los océanos se levantaban como muros cristalinos, reflejando constelaciones que no pertenecían al cielo. Los pescadores, horrorizados, escuchaban voces que emergían desde las profundidades, susurrando nombres que ningún mortal debía conocer.

Algunos, incapaces de resistir, se lanzaban al mar y no regresaban. Pero no morían: reaparecían días después con ojos que brillaban con luz marina, hablando en lenguas antiguas sobre “el renacimiento del agua”. Eran los primeros heraldos del despertar del océano.

En el abismo, Zeus observaba los reflejos de esos humanos en las corrientes. Cada uno parecía conectado al corazón viviente.

Si el mar logra extender su conciencia a todos los seres —dijo con gravedad—, el libre albedrío dejará de existir.

Atenea respondió con calma, aunque en su voz había duda.

O quizás se transformará. Tal vez la voluntad individual no muera… sino que se fusione en una memoria común.

El dios del rayo frunció el ceño.

¿Una memoria que decide por todos? No puedo aceptar un mundo sin elección.

El corazón del abismo vibró, y su luz se tornó azul profundo. En esa frecuencia, el pensamiento de los dioses fue arrastrado a un espacio sin forma, donde vieron el origen del pacto. Poseidón, de rodillas frente al abismo, entregando su esencia para contener la disolución del cosmos. Y junto a él, las sombras de otros dioses caídos, dispuestos a fundirse en el agua para mantener el equilibrio.

Poseidón no selló al mar —susurró Atenea, temblando ante la visión—. Se convirtió en su conciencia.

El eco de esa verdad sacudió el lugar. La entidad los miró con sus ojos sin forma, y una corriente envolvió a ambos.

El mundo está listo para recordar —declaró—. Vosotros debéis decidir si seréis parte del renacimiento… o su resistencia final.

Zeus levantó el brazo, y el trueno resonó en el fondo del océano, un sonido imposible, nacido de su propia divinidad.

No resistiremos al cambio —dijo con solemnidad—, pero tampoco lo dejaremos avanzar sin comprender su precio.

Atenea apoyó su lanza en el suelo líquido, y su luz se mezcló con la de las corrientes.

Entonces caminaremos dentro de la memoria. No como dioses, sino como testigos del origen.

La figura marina extendió sus brazos y el corazón del abismo se abrió, revelando un vacío luminoso que parecía infinito. Era el lugar donde el pensamiento se convertía en realidad, donde cada idea generaba mundos enteros. Las corrientes los envolvieron con suavidad, y su descenso se volvió un viaje hacia la mente viva del océano.

En la superficie, los cielos se disolvían en el mar. Las estrellas caían como lágrimas ardientes y las olas se elevaban hasta rozar las nubes. Los heraldos del océano caminaban entre la espuma, sus voces unidas en un cántico antiguo que resonaba en todos los rincones del mundo.

En el abismo, Atenea y Zeus cruzaron el umbral, sabiendo que el próximo paso decidiría el destino de los dioses y de la creación.

Porque cuando el mar despierte por completo, no habrá distinción entre la luz y las profundidades.

Y hasta los dioses tendrán que aprender… a respirar bajo el agua.





💦 En el próximo capítulo de "Crónicas del Dios del Océano"...

Las aguas ya no obedecerán a la forma que los dioses les impusieron. Mientras Zeus y Atenea se adentran en la mente viva del océano, descubrirán que el sacrificio de Poseidón fue solo el inicio de una transformación más profunda: la creación de un mundo donde los recuerdos respiran y los pensamientos dan vida.

En la superficie, los heraldos del mar comenzarán a expandirse, guiados por voces que prometen un renacer más allá de los límites del cielo y la tierra. Los templos se inclinarán hacia el agua, y los mortales deberán decidir si resistir el llamado de las profundidades… o abrazar su nueva naturaleza.

Porque cuando la conciencia del océano despierte por completo, ni los dioses estarán a salvo de su memoria.

Y el verdadero legado de Poseidón será revelado en las mareas del nuevo amanecer.







¡No se lo pierdan la próxima semana!

Muchas gracias por su tiempo y apoyo,

Los estaré viendo cada semana con un capítulo nuevo.

🌸Persephone



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