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"El Núcleo del Abismo" [Capítulo 27] Crónicas del Dios del Oceáno - Infinity Kingdom

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Article Publish : 10/27/2025 01:22
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💦 Bienvenidos a un nuevo capítulo de mi historia, "Crónicas del Dios del Océano".

Soy Persephone, y hoy les presento el capítulo veintisiete de esta nueva aventura, donde exploraremos el pasado de Poseidón, y descubriremos todas las vivencias que lo forjaron como el majestuoso Dios del Océano que conocemos.

¡Los invito a acompañarme en este emocionante viaje! 


💦 Resumen del anterior capítulo:El Latido del Abismo

Una tormenta sin aviso marcó el despertar del mar, que se alzó con furia y voz propia, alertando a los mortales y a los dioses. Desde los acantilados, Zeus y Atenea comprendieron que algo más profundo que Poseidón estaba agitando las aguas. Decidieron descender al abismo, donde descubrieron un reino submarino hecho de ruinas antiguas y memorias dormidas. Allí, entre las sombras líquidas, emergió Poseidón, transformado por el pacto que alguna vez selló para contener el caos. Su mirada ya no era del todo suya: el océano hablaba a través de él, recordando los sacrificios olvidados de los dioses.

Al enfrentarse, Zeus y Atenea intentaron devolverle su esencia, pero el dios del mar confesó que el abismo lo reclamaba, que aquello que había contenido por eras ahora lo consumía. Las ruinas cobraron vida, los guardianes del pacto despertaron, y el mar se convirtió en un juez que no atacaba, sino que exigía equilibrio. En un intento por resistir, Poseidón unió su poder al de sus hermanos, pero el corazón del océano —una fuerza más antigua que los dioses mismos— se alzó y reclamó su dominio. Mientras el tridente se movía sin su control y las aguas los devoraban, Zeus, Atenea y Poseidón comprendieron que el verdadero enemigo no era el caos, sino la memoria viva del mundo que los había creado. Bajo la calma que siguió, el mar ya no dormía… y su primer pensamiento fue hacia los dioses.


💦 Capítulo 27: “El Núcleo del Abismo”

Las aguas, que en la superficie se mostraban serenas, ocultaban un silencio tenso, el preludio de una revelación antigua. En lo profundo, donde la luz no existe y solo el pensamiento del océano tiene forma, Zeus y Atenea flotaban suspendidos entre corrientes que se entrelazaban como venas vivas. No sabían cuánto tiempo había pasado desde que el remolino los había engullido; allí, el tiempo no era lineal, sino una marea que respiraba. Cada movimiento del agua parecía tener intención, como si el mar los estuviera guiando hacia un destino inevitable.

El entorno que los rodeaba se transformaba constantemente. Fragmentos de templos hundidos y estatuas de dioses olvidados emergían de la oscuridad y se disolvían de nuevo, como recuerdos que el océano probaba y descartaba. Atenea extendió la mano, y una chispa de su lanza iluminó un camino líquido. Las corrientes respondieron, abriéndose ante ellos. En el centro del flujo, Zeus percibió algo más que materia: pensamientos, emociones, ecos de plegarias ahogadas. Era como si cada ola hablara con las voces de los mortales que alguna vez habían implorado al mar.

El océano tiene conciencia —susurró Atenea—. Y en su memoria, los dioses somos apenas destellos.

Zeus asintió, sintiendo el peso de lo que eso implicaba.

Poseidón no solo contuvo el caos. Le dio forma. Creó un espíritu que ahora nos observa.

Una vibración profunda recorrió el abismo. De entre las sombras líquidas surgió una figura colosal, hecha de agua, coral y fragmentos de luz azulada. No tenía rostro, pero sí presencia: una mezcla de divinidad y naturaleza. De su pecho emergían corrientes que contenían símbolos, fragmentos de nombres borrados del tiempo. En ellas, Zeus reconoció vestigios de deidades antiguas —Tethys, Océano, Ponto—, sus voces unidas en una sola voluntad.

Nosotros somos lo que quedó —habló la entidad, con una voz que parecía venir de todas direcciones—. Cuando los dioses olvidaron su pacto, el mar lo recordó. Cuando Poseidón ofreció su esencia, nosotros despertamos.

Atenea dio un paso hacia adelante, desafiando el peso de la corriente.

¿Qué es lo que deseas de nosotros?

No deseo. Recuerdo. Y lo recordado debe cumplirse. El equilibrio no puede ser restaurado mientras uno de ustedes niegue la unión con lo que fue creado.

Zeus apretó el puño. El eco de sus propios rayos,los que había perdido, resonó débilmente en la distancia, como si el cielo mismo lo llamara desde muy lejos.

El equilibrio no se impone con memoria. Se elige —respondió con firmeza.

Pero el océano no lo escuchaba. Las corrientes comenzaron a girar, y en su danza mostraron visiones: ciudades hundidas, guerras entre dioses, mundos destruidos por el orgullo divino. Cada imagen era un juicio, una advertencia de lo que el mar había guardado.

Mientras tanto, en la superficie, la calma aparente se quebraba. Los pescadores vieron cómo el mar retrocedía kilómetros hacia el horizonte, dejando al descubierto criaturas que nunca debieron respirar aire. Los ríos cambiaron su curso, avanzando hacia sus nacimientos, y las estrellas comenzaron a reflejarse en las aguas con nitidez inquietante. Era como si el cielo descendiera lentamente, disolviéndose en el océano.

En el fondo, Atenea comprendió lo que la entidad trataba de hacer.

Quiere unir el cielo y el mar. Convertir el mundo en un solo cuerpo —murmuró.

Zeus la miró con gravedad. Si lo logra, no habrá distinción entre vida y memoria. Todo será absorbido por lo que el mar recuerda.

O… todo renacerá —replicó Atenea, observando el fulgor que emanaba del núcleo del abismo.

La entidad los envolvió con una marea luminosa.

El renacimiento no es destrucción. Es retorno. Poseidón comprendió eso. Su sacrificio no fue pérdida, sino germen. Lo que crece en el abismo no busca dominar, sino rehacer lo que ustedes fragmentaron.

Zeus y Atenea intercambiaron una mirada silenciosa. Ambos sabían que lo que el mar proponía era una disolución de todo lo que existía, un renacer donde los dioses ya no serían necesarios. Pero también comprendían que resistirlo significaba perpetuar la fractura que había iniciado el caos.

El dilema era tan profundo como el océano mismo: ¿destruir la conciencia naciente del mar… o unirse a ella y dejar que el mundo cambiara para siempre?

Atenea cerró los ojos, sintiendo las corrientes en su piel, y habló con serenidad:

El equilibrio no puede mantenerse sin comprender lo que se ha olvidado. Si el mar recuerda, nosotros debemos aprender de su memoria.

Zeus, con voz grave, añadió:

Entonces iremos hasta el corazón del abismo. Si el océano ha despertado… que despierte con nosotros dentro de su verdad.

Ambos extendieron las manos y, por primera vez en eones, el cielo y el mar respondieron al unísono. La corriente se abrió como un portal de agua y luz, revelando un núcleo que latía como un corazón vivo. En su interior, aguardaba algo más grande que cualquier dios: la conciencia primigenia del mundo, donde el recuerdo y la creación eran una misma fuerza.

Y así, mientras en la superficie las estrellas caían sobre las olas y el firmamento se reflejaba en el mar hasta confundirse con él, Zeus y Atenea descendieron hacia el origen.

No para imponer su voluntad, sino para decidir si el renacimiento del océano significaría el fin de los dioses… o el comienzo de algo que ni ellos podían imaginar.




💦 En el próximo capítulo de "Crónicas del Dios del Océano"...

Las corrientes del mundo se entrelazarán, y el límite entre cielo, tierra y océano desaparecerá. Atenea y Zeus alcanzarán el corazón vivo del abismo, donde el tiempo no fluye y cada pensamiento crea realidad. Allí descubrirán la forma verdadera de la conciencia marina: un ser nacido del sacrificio de Poseidón, que guarda en su interior los recuerdos de todas las divinidades caídas y los mundos perdidos antes del Olimpo.

Mientras tanto, en la superficie, las mareas se tornarán espejos de lo imposible. Los mortales comenzarán a escuchar voces desde las profundidades, y algunos serán atraídos por ellas, convirtiéndose en heraldos del renacimiento del mar. Frente a un nuevo orden que se avecina, Zeus y Atenea deberán decidir si proteger la creación tal como es… o permitir que el océano borre los límites entre los dioses y el mundo, dando origen a una era donde la memoria misma tenga voluntad.

Porque cuando el mar despierte por completo, incluso la luz deberá aprender a respirar bajo el agua.








¡No se lo pierdan la próxima semana!

Muchas gracias por su tiempo y apoyo,

Los estaré viendo cada semana con un capítulo nuevo.

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