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"El Eco del Norte" [Capítulo 69] La Última Sanadora - Infinity Kingdom

Press Officer
Article Publish : 10/19/2025 02:24
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🌸 Muy buenas tardes, ¡bienvenidos a un nuevo capítulo de mi historia, "La Última Sanadora"!

Soy Persephone, y hoy tengo el placer de presentarles el capítulo sesenta y nueve que se enfoca en Teodora, sus aventuras y su evolución para convertirse en la más destacada curandera de los últimos tiempos. 

¡Acompáñenme en este emocionante capítulo!


🌸 Resumen del anterior capítulo: Las Grietas del Alma

Teodora y sus compañeros son separados y enfrentados a reflejos de sí mismos que encarnan sus miedos y culpas más profundas. Teodora se encuentra con su propio doble, quien la confronta con el dolor de no poder sanar a todos. A través del vínculo con Lucasta, acepta sus heridas como parte de su fuerza y logra restaurar la vida en el campo marchito. Atenea enfrenta sus propias máscaras de perfección y orgullo, comprendiendo que la vulnerabilidad también es parte de su divinidad. Manco, en una llanura de batallas perdidas, se reconcilia con la memoria de su hermano, dejando atrás la culpa. Y Khubilai, atrapado entre los truenos de su ambición pasada, es liberado gracias al lazo espiritual de Teodora y Lucasta, aceptando la compasión como una nueva forma de poder.

Cuando el grupo se reúne, el Guardián les revela que al sanar sus grietas han despertado algo más antiguo y peligroso que dormía bajo el mundo. El río asciende al cielo como una columna de luz, marcando el nacimiento de una nueva fuerza. Siguiendo las palabras del Guardián, los héroes deciden dirigirse al norte para descubrir el origen de esa verdad liberada. Aunque aún tiemblan por dentro, sienten que sus corazones laten al unísono, más fuertes que antes. Pero en el horizonte, una nueva sombra los observa desde el velo de la aurora.


🌸 Capítulo 69: “El Eco del Norte”

El amanecer apenas rozaba los montes cuando el grupo emprendió la marcha. El río que antes rugía bajo sus pies se había convertido en una estela de luz suspendida entre las nubes, marcando un camino invisible hacia el norte. Los lirios dorados que habían florecido en torno a Teodora se marchitaban lentamente, como si su propósito hubiese concluido. Nadie hablaba, pero todos sentían el peso de las palabras del Guardián: “Una verdad que dormía bajo el mundo.”

Lucasta volaba en círculos sobre ellos, proyectando su sombra plateada sobre los riscos. Su mirada se mantenía fija en el horizonte, donde una línea oscura se alzaba: la frontera del Reino del Hielo Silente, un lugar que según las leyendas, no conocía ni día ni noche. Atenea caminaba al frente, su escudo envuelto en un resplandor leve; había roto su escudo, pero no su propósito. A su lado, Manco sostenía su espada con firmeza, y Khubilai avanzaba en silencio, con los ojos puestos en el cielo, como si temiera que aquella luz que los guiaba se desvaneciera en cualquier momento.

Teodora, sin embargo, sentía algo distinto. Desde que el río se había elevado, su corazón latía con un pulso que no era del todo suyo. Dentro de ella, la energía del Guardián seguía viva, vibrando como un eco antiguo que no encontraba reposo. En cada paso, el suelo parecía responder a su presencia, abriéndose en grietas diminutas que dejaban escapar una luz tenue. “Está llamando,” murmuró. Lucasta la miró desde el aire y, a través del vínculo, confirmó lo que ella temía: la verdad liberada no era solo una fuerza, sino una consciencia.

Al tercer día, alcanzaron los primeros vestigios del norte: un valle de hielo negro, donde los árboles eran columnas cristalinas y el viento cantaba con voces humanas. En el centro, una grieta azul despedía un resplandor pulsante, igual al del río. Atenea se inclinó sobre ella y sintió un calor que no debía existir en un lugar tan gélido. —Esto no es hielo —dijo—. Es algo que intenta recordar.

Manco colocó su mano sobre el suelo. —El Guardián dijo que liberamos algo… tal vez esto sea parte de su cuerpo, o su prisión.

O su herida —susurró Teodora.

Un temblor recorrió el valle. De la grieta emergió una corriente de aire que no era fría ni cálida, sino densa, casi viva. Formó espirales que tomaron forma humana: rostros, manos, miradas entrelazadas. Voces antiguas susurraron nombres que ninguno de ellos reconoció. Teodora dio un paso al frente, el báculo temblando en su mano. —No venimos a romper más sellos. Queremos entender.

Las figuras se detuvieron. Una de ellas, más definida que las demás, habló con un tono que era mitad lamento, mitad memoria: —Fuiste tú quien escuchó el llamado. La que sanó sin saber lo que despertaba.

Teodora bajó la mirada, comprendiendo que el río no había sido una simple prueba, sino una frontera que separaba el mundo de los vivos del eco de los antiguos.

Khubilai avanzó, colocando su espada frente a sí. —¿Qué sois?

Somos las voces que los dioses olvidaron —respondió la figura—. Los primeros susurros del mundo, sellados cuando el mar y el cielo se dividieron. La sanadora abrió el cauce… y el eco busca volver a nacer.

La luz del valle se tornó rojiza. El aire se densificó, y el hielo comenzó a resquebrajarse bajo sus pies. Lucasta descendió de golpe, desplegando sus alas para proteger al grupo. Atenea alzó su escudo, pero Teodora extendió una mano. —¡No! —gritó—. No son enemigos. Están… fragmentados.

Se arrodilló junto a la grieta, tocando la superficie con el báculo. La luz blanca que dormía en su interior se extendió, y por un momento el valle entero respiró. Las figuras se disolvieron en chispas, como si hubiesen encontrado descanso. Cuando todo terminó, solo quedó el silencio, un silencio tan puro que dolía.

Teodora se levantó lentamente. —No era una amenaza —dijo, con la voz temblorosa—. Era una advertencia. Algo mucho más grande se mueve bajo nosotros… y si no lo contenemos, el mundo volverá a dividirse.

Manco asintió. —Entonces, no basta con sanar las grietas del alma. Hay que cerrar las del mundo.

Lucasta emitió un rugido suave, y el eco de su voz se extendió por el aire helado, como una promesa.

El grupo emprendió la marcha una vez más, siguiendo la estela de luz que ahora se desvanecía entre los cielos del norte.

Porque lo que habían despertado ya no podía volver a dormir.






¡Hasta aquí llegamos con éste capítulo de esta Historia de Aventuras!

Espero que les haya entretenido y esperen con ansias el próximo capítulo la semana que viene.


Muchas gracias por su tiempo y apoyo,

Los estaré viendo cada semana con un capítulo nuevo.

🌸Persephone



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- Infinity Kingdom / 無盡城戰

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