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"El Precio Final" [Capítulo 22] Crónicas del Dios del Oceáno - Infinity Kingdom

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Article Publish : 09/21/2025 10:13
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💦 Bienvenidos a un nuevo capítulo de mi historia, "Crónicas del Dios del Océano".

Soy Persephone, y hoy les presento el capítulo veintidos de esta nueva aventura, donde exploraremos el pasado de Poseidón, y descubriremos todas las vivencias que lo forjaron como el majestuoso Dios del Océano que conocemos.

¡Los invito a acompañarme en este emocionante viaje! 


💦 Resumen del anterior capítulo:El Precio de las Memorias

En este capítulo, la ciudad sin nombre se convierte en el escenario de un juicio implacable, donde la memoria revela no solo el pasado, sino también futuros imposibles. Los espejos que rodean a los mortales y a Zeus multiplican heridas y recuerdos, obligándolos a enfrentar su origen y fragilidad.

Zeus, en el centro de la tormenta, se ve reducido a su infancia marcada por Cronos, comprendiendo que su grandeza no puede desligarse de su vulnerabilidad. Aunque tiene la opción de borrar esos recuerdos, decide conservarlos, reconociendo que su fragilidad es lo que lo conecta con los mortales. Su aceptación inspira a muchos a tomar decisiones similares: algunos mantienen recuerdos dolorosos como fuente de fuerza y otros liberan memorias que los consumían, encontrando alivio en el olvido.

La entidad del Olvido, debilitada, revela que el tercer precio es el más cruel: elegir qué memoria merece sobrevivir y cuál debe desaparecer para siempre. Con cada decisión tomada, la sombra se fortalece y al mismo tiempo se resquebraja, alimentándose de las memorias borradas pero sufriendo con las que se conservan.

Atenea interviene, afirmando que recordar no significa cargar con todo, sino escoger lo que define a cada uno. Sus palabras encienden un nuevo fulgor en los espejos, transformando el juicio en un campo de decisiones personales y colectivas. Sin embargo, cada elección abre grietas en la urdimbre de la ciudad, que comienza a tambalearse bajo el peso de tantas verdades.

Finalmente, Zeus alza su cetro no como arma, sino como símbolo de su elección: prefiere ser un dios incompleto y frágil antes que un soberano vacío. Los mortales responden con un canto colectivo que mezcla dolor y esperanza, aceptando que el juicio aún no ha concluido. El segundo precio ha sido pagado, pero el desenlace definitivo, el tercer precio, aún aguarda en la oscuridad.


💦 Capítulo 22: “El Precio Final”

La ciudad sin nombre se quebraba bajo un estruendo insoportable. Los faros ardían con la furia de mil soles antes de estallar en fragmentos de luz, y los espejos se partían como cristales rotos, liberando reflejos que ya no podían contener. Las calles se hundían, los templos se torcían sobre sí mismos, y en cada grieta se revelaba la verdad oculta: la ciudad no estaba hecha de piedra, sino de memorias entrelazadas, sosteniéndose unas a otras como un tejido frágil que ahora se deshilachaba sin remedio.

La entidad del Olvido se alzó sobre las ruinas como un océano de sombras líquidas. Su voz, quebrada y múltiple, inundó el aire:

El tercer precio no es aceptar ni elegir. El tercer precio es renunciar. Aquello que más aman, aquello que más los define… solo sacrificándolo podrán sostener lo que nace entre las ruinas.

Los mortales enmudecieron. Habían soportado mirar sus heridas y habían escogido qué conservar de sus recuerdos, pero lo que ahora se les pedía era insoportable: ofrecer lo que daba sentido a sus vidas. Una madre abrazó el recuerdo de su hijo perdido, temblando al comprender que debía soltarlo para que los vivos tuvieran un mañana. Un anciano apretó contra su pecho la memoria de su único amor, dudando en entregarlo para liberar a su pueblo. El juicio había alcanzado un filo más cruel que cualquier espada.

Zeus golpeó el suelo con su cetro, intentando imponerse sobre el caos, aunque su voz sonaba más desesperada que firme:

¡Ya basta! ¿Qué más puede exigirse a un dios que ha mostrado su fragilidad? ¡No hay soberanía si nos arrebatan lo que nos sostiene!

Atenea lo observó con la serenidad de quien conoce el peso de lo inevitable.

Y, sin embargo, padre del trueno, si no entregamos, todo será devorado por el Olvido. La urdimbre misma se deshace.

El cielo se oscureció. Hestia y Poseidón, aún entrelazados en fuego y agua, comprendieron que su sacrificio previo no bastaba. Sin palabras, comenzaron a disolverse en brasas y mareas, fundiéndose con las grietas de la ciudad. Sus formas se diluyeron como un último abrazo al mundo que defendían. Los mortales, testigos de aquella entrega, guardaron silencio: sabían que acababan de presenciar el fin de dos pilares eternos.

El Olvido se estremeció, como alimentado y desgarrado al mismo tiempo.

El sacrificio abre el camino. ¿Quién más dará lo que más ama?

Los espejos destrozados mostraron a Zeus visiones de lo que estaba a punto de perder: su trono en el Olimpo, la obediencia de los dioses, el fulgor de los relámpagos que lo proclamaban soberano. Podía conservarlo y condenar la ciudad, o renunciar y quedar reducido a un dios sin cetro, incompleto.

El rayo vibraba en su mano, ansioso de ser soltado o retenido. El eco de los mortales lo rodeó: llantos, gritos, plegarias. Zeus apretó los dientes hasta que la furia se volvió llanto.

Mi soberanía no vale más que el futuro de los que me siguen. Si debo ser un dios sin trono, que así sea.

Arrojó su cetro contra el suelo, y este se partió en un relámpago desgarrador. El trueno no proclamó dominio, sino renuncia.

Atenea temblaba, consciente de que ahora le tocaba a ella. En los fragmentos de espejo vio reflejada su sabiduría: la claridad de mente que siempre la había protegido, la visión estratégica que la distinguía de todos. Sabía que, al entregarla, se volvería vulnerable, incapaz de confiar en la certeza absoluta que la guiaba en cada batalla. Pero también sabía que no había otra opción.

Si mi sabiduría debe perecer para que ellos vivan, la entrego sin reservas —susurró, y al hacerlo, sus ojos se nublaron, como si una bruma se interpusiera entre ella y el mundo.

Los mortales comenzaron a imitar a los dioses. Uno a uno, ofrecieron lo que más valoraban: una canción heredada, un rostro amado, un juramento de sangre. Cada sacrificio ardía en el aire como una chispa que se unía al tejido de la ciudad. Las ruinas dejaron de desmoronarse, y entre el polvo surgió una nueva urdimbre, tejida no con espejos ni recuerdos, sino con el peso de las renuncias.

El Olvido, debilitado, retrocedió. Su voz era apenas un suspiro arrastrado por el viento:

El juicio está completo. Han creado un nuevo destino… pero nada de lo entregado volverá jamás.

El silencio que siguió fue más atronador que cualquier trueno. Entre las ruinas, una ciudad nueva comenzaba a levantarse, frágil y luminosa. Los dioses permanecían de pie, pero cambiados: Zeus sin su cetro, Atenea sin su claridad de mente. Ambos respiraban como si acabaran de perder una parte de sí mismos que jamás recuperarían.

Los mortales, también marcados por sus pérdidas, comenzaron a cantar un himno entre lágrimas. No era un canto de triunfo, sino de resistencia, como si afirmaran que, aun incompletos, habían creado un futuro posible.

Zeus alzó la mirada hacia el horizonte, con un brillo extraño en sus ojos.

El precio ha sido pagado. Que la fragilidad sostenga lo que hemos levantado.

La ciudad respondió con un fulgor tenue, como un corazón renacido. Pero bajo esa luz nueva, en la oscuridad más profunda, aún aguardaba un misterio que ni dioses ni mortales podían intuir: que lo perdido no estaba del todo extinguido, sino aguardando su momento en un rincón oculto del destino.

El juicio había terminado. El sacrificio había sido hecho. Y sin embargo, la historia no había hecho más que abrir otra puerta.






💦 En el próximo capítulo de "Crónicas del Dios del Océano"...

Las aguas que antes habían sellado el pacto comienzan a agitarse con un murmullo ancestral. La ciudad submarina, recién revelada a los ojos de Poseidón, no es solo un vestigio del pasado, sino un guardián que custodia secretos más profundos que el propio mar. Entre ruinas cubiertas de corales y estatuas erosionadas por la marea, el dios del océano descubrirá que los sacrificios nunca desaparecen del todo: se transforman, esperando el momento de reclamar su precio.

Pero el despertar de aquello que habita en las fosas traerá consigo un dilema aún mayor. ¿Podrá Poseidón mantener el equilibrio entre su poder creciente y la carga de los pactos olvidados? ¿O se verá arrastrado hacia la oscuridad abisal, donde incluso los dioses temen descender?

El mar se abrirá en un juicio de corrientes y sombras, y el joven dios deberá probar si es digno de portar no solo el tridente, sino la confianza de las criaturas que lo llaman su soberano.








¡No se lo pierdan la próxima semana!

Muchas gracias por su tiempo y apoyo,

Los estaré viendo cada semana con un capítulo nuevo.

🌸Persephone



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