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Las Aventuras del Conquistador
🌸 Muy buenas tardes a todos, ¡bienvenidos a un nuevo capítulo de esta fascinante historia!
Les habla Persephone, y hoy tengo el placer de presentarles el capítulo treinta de Las Aventuras del Conquistador. En esta entrega, nos centraremos en Alejandro Magno y en su evolución hacia una figura legendaria.
¡Prepárense para sumergirse en su épico viaje!
Resumen del capítulo anterior: “El coloso caído y el secreto ancestral”
El capítulo comienza con el despertar de Himiko, cuya oscura presencia amenaza con sumir al mundo en la desesperación. Su energía maligna paraliza al grupo, dejando claro que necesitarán fortaleza y conocimiento para enfrentarla. Tras desaparecer en una tormenta de sombras, Himiko lanza una advertencia que cala profundamente en sus corazones. Fu Fei, reconociendo la gravedad de la amenaza, parte en busca de secretos ancestrales mientras el resto del grupo se dirige a las aldeas cercanas para fortalecer sus recursos y habilidades. En su camino, descubren una aldea en ruinas, acosada por un Guardián de tierra corrompido, antaño protector de la región. Los aventureros aceptan el desafío de enfrentarlo a cambio de información crucial para su misión.
La batalla contra el coloso es intensa, con cada miembro del grupo desempeñando un papel clave para derrotar a la criatura. Usan una combinación de estrategia, habilidades mágicas y ataques físicos para superar al monstruo, restaurando la fertilidad de la tierra al derrotarlo. De vuelta en la aldea, el líder revela la existencia de Nueve Colas, un espíritu ancestral que podría ser esencial para detener la oscuridad. Inspirados por esta revelación, el grupo decide buscar más información en las bibliotecas de su tierra natal. Aunque fortalecidos por su reciente victoria, las palabras de Himiko siguen siendo un recordatorio constante de los peligros que aún enfrentan, reforzando su determinación para avanzar en su lucha contra la sombra.
Capítulo 30: “Bajo el amparo del Emperador”
El grupo avanzó con paso firme hacia Roma, el hogar de Carlomagno y Alejandro Magno. Antes de llegar a la ciudad, debían realizar un viaje en barco para cruzar un vasto mar que separaba su ubicación actual de la península. El embarque fue tranquilo al principio, con la tripulación atendiendo sus labores mientras el grupo reflexionaba sobre los recientes eventos. Sin embargo, a mitad del trayecto, las aguas comenzaron a agitarse de manera inusual.
Un monstruo de agua gigantesco emergió de las profundidades, su forma serpentina y ojos brillantes llenando de terror a la tripulación. Sus tentáculos golpearon el barco con furia, poniendo en peligro a todos a bordo. Alejandro y Carlomagno no dudaron en liderar la defensa, organizando a los aventureros para combatir a la criatura.
Deméter lanzó llamaradas que evaporaban parte del agua del monstruo, mientras el león guardián utilizaba su fuerza para sujetar uno de los tentáculos, impidiendo que derribara el barco. Zenobia canalizó energía a través de su amuleto, generando escudos que protegieron a la tripulación de los ataques más devastadores.
Tras una feroz batalla, el grupo logró derrotar al monstruo, causando que su cuerpo colapsara en un torrente de agua que pronto se disipó en el mar. La tripulación vitoreó a los aventureros, agradecidos por su valentía y habilidad para salvar el barco de daños mayores. Con el peligro superado, el viaje continuó sin incidentes, llevando al grupo finalmente a las costas cercanas a Roma.
El paisaje cambiaba con cada kilómetro recorrido, desde verdes colinas hasta el brillo marmóreo de las antiguas edificaciones que anunciaban la proximidad de la ciudad eterna. Las imponentes murallas romanas se alzaban como un testimonio de la grandeza de su historia y del poder del Emperador.
Al cruzar las puertas principales, el grupo fue recibido con una mezcla de curiosidad y respeto. Los ciudadanos romanos observaban maravillados a las criaturas mágicas que acompañaban a los aventureros: Deméter, el majestuoso dragón, y el león guardián con su melena dorada que brillaba bajo el sol.
En el centro de la ciudad, el Palacio Imperial se alzaba como un coloso de piedra y oro, un reflejo del poder y la sabiduría de su gobernante. Alejandro y Carlomagno avanzaron al frente del grupo, con expresiones que mezclaban nostalgia y determinación. Al cruzar los grandes portones, una figura imponente los esperaba en el trono central: el Emperador, su padre.
El Emperador, vestido con una toga blanca adornada con bordados dorados, se levantó con una sonrisa que iluminó el recinto. Su presencia llenaba la sala de una energía cálida y poderosa. Con los brazos extendidos, recibió a sus hijos con un abrazo que hablaba de los meses de separación y orgullo contenido.
—Carlomagno, Alejandro… mis valientes hijos. Ha pasado tanto tiempo, presiento que se han vuelto más fuertes de lo que jamás imaginé. Y veo que no vienen solos.
El Emperador dirigió su mirada al resto del grupo, inclinando la cabeza con respeto. Zenobia, con su amuleto en mano, sintió el peso de su mirada, no como una carga, sino como un reconocimiento a su valía.
Tras los saludos iniciales, el grupo fue conducido a una sala de estrategia donde los mapas y pergaminos cubrían las paredes. Carlomagno y Alejandro narraron los eventos recientes, incluyendo el enfrentamiento con Himiko y la corrupción de los Guardianes. La expresión del Emperador se ensombreció al escuchar sobre la amenaza de Himiko.
—Himiko… ese nombre no lo había escuchado desde hace décadas. Se decía que su alma estaba atrapada en un reino olvidado, pero ahora veo que subestimamos su poder. Si ha despertado, su ambición podría consumir al mundo entero, no sólo Roma.
Mientras discutían, un destello brillante iluminó la sala, y Fu Fei apareció ante ellos. Su figura irradiaba serenidad y urgencia a la vez.
—No hay tiempo para titubear —dijo Fu Fei con voz firme, dirigiéndose al grupo—. Himiko es una amenaza demasiado grande para enfrentarse solos. Hay otro grupo trabajando para encontrar el Espejo de Baldur, un artefacto que podría revelar las debilidades de la oscuridad. Mientras ellos cumplen esa misión, ustedes deben buscar a Nueve Colas cuanto antes.
Alejandro dio un paso adelante, con el semblante endurecido por la determinación.
—¿Dónde empezamos?
Fu Fei sonrió levemente, y con un gesto creó una proyección en el aire. Una imagen de un vasto bosque nevado apareció ante ellos.
—Debéis viajar al Bosque de Erebos, en el norte. Allí, entre las raíces más antiguas, hallaréis pistas sobre el paradero de Nueve Colas. Es un camino lleno de desafíos, pero estoy segura de que estaréis a la altura.
La figura de Fu Fei comenzó a desvanecerse, pero sus últimas palabras resonaron con fuerza.
—El tiempo es esencial. Que la luz guíe sus pasos.
El grupo intercambió miradas antes de asentir al unísono. Sabían que la tarea que les esperaba sería ardua, pero también que cada paso los acercaba más a la salvación del mundo. Con renovada determinación, comenzaron a planificar su viaje al Bosque de Erebos, conscientes de que su próximo encuentro con Himiko dependería del éxito de su misión.
¡Hasta aquí llegamos con este capítulo!
Espero que les haya gustado.
Muchas gracias,
Los estaré viendo cada semana con un capítulo nuevo de mi historia.
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