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Las Aventuras del Conquistador
🌸 Muy buenas tardes a todos, ¡bienvenidos a un nuevo capítulo de esta fascinante historia!
Les habla Persephone, y hoy tengo el placer de presentarles el capítulo veintiocho de Las Aventuras del Conquistador. En esta entrega, nos centraremos en Alejandro Magno y en su evolución hacia una figura legendaria.
¡Prepárense para sumergirse en su épico viaje!
Resumen del capítulo anterior: “La Última Chispa de Esperanza”
El sacrificio de Sigfrido marcó un punto de inflexión en el viaje del grupo, llenándolos de dolor, pero también de una determinación renovada. Alejandro, Carlomagno y Zenobia, acompañados por sus compañeros mágicos, prometieron honrar su memoria enfrentándose a Isabela con toda su fuerza. Siguiendo las palabras de Fu Fei, avanzaron hacia la fortaleza de Isabela, un imponente bastión de oscuridad que parecía absorber la luz misma. Cada paso era un recordatorio del precio pagado, pero también de la esperanza que los impulsaba a seguir adelante. En la sala central, Isabela los esperaba con una aura de sombras implacable, desatando una batalla intensa donde la fuerza combinada del grupo logró herirla gravemente, aunque no destruirla del todo.
Con un ataque conjunto guiado por la luz del amuleto de Zenobia, lograron romper el escudo de sombras de Isabela, reduciendo su poder significativamente. Sin embargo, la villana escapó, dejando tras de sí una amenaza latente. Exhaustos pero determinados, el grupo salió de la fortaleza conscientes de que la verdadera batalla aún no había terminado. Unidos por el sacrificio de Sigfrido y fortalecidos por su victoria parcial, juraron seguir luchando hasta que la luz prevaleciera definitivamente sobre la oscuridad.
Capítulo 28: “El Error Fatal: El Verdadero Poder Oculto”
El grupo avanzó lentamente por el bosque, dejando atrás la fortaleza de Isabela, ahora envuelta en un inquietante silencio. Las palabras finales de la villana resonaban en sus mentes, un recordatorio de que la oscuridad seguía al acecho. El aire estaba cargado de tensión, y cada sombra entre los árboles parecía moverse con intención. Sin embargo, nadie se atrevía a hablar; el sacrificio de Sigfrido aún pesaba sobre ellos, y la herida emocional seguía abierta.
Finalmente, Fu Fei rompió el silencio. —La desaparición de Isabela no es una victoria completa. Su poder está fragmentado, pero si logra recuperar sus fuerzas, será más peligrosa que nunca.
Alejandro asentía mientras aferraba su espada con fuerza. —No podemos permitirlo. Debemos encontrar el origen de su poder y destruirlo por completo. ¿Sabes dónde podría estar?
Fu Fei cerró los ojos, concentrándose mientras un brillo tenue emanaba de su cuerpo etéreo. —El poder de Isabela proviene de un núcleo oscuro escondido en el corazón del Abismo Sombrío. Es un lugar donde las sombras reinan y la luz apenas sobrevive. Si logramos llegar allí, podremos enfrentarnos a la esencia misma de su oscuridad.
Carlomagno entrecerró los ojos, su expresión llena de determinación. —Entonces no hay tiempo que perder. Sigfrido nos dio esta oportunidad. No la desperdiciaremos.
El grupo se puso en marcha, con Deméter y el león guardián flanqueándolos. La presencia de estas criaturas mágicas les daba seguridad, pero también les recordaba la magnitud del desafío que enfrentaban. A medida que se acercaban al Abismo Sombrío, el ambiente cambió drásticamente. El cielo se oscureció, y el suelo se volvió irregular y hostil. La vegetación parecía marchita, y un frío antinatural se extendía por el aire.
—Este lugar está impregnado de oscuridad —murmuró Zenobia, sosteniendo su amuleto que brillaba débilmente—. Pero eso significa que estamos en el camino correcto.
Mientras avanzaban, se encontraron con criaturas deformes, sombras vivientes que emergían del suelo y atacaban sin advertencia. La primera oleada los tomó por sorpresa, pero reaccionaron rápidamente. Alejandro y Carlomagno lideraron la defensa, sus espadas brillando con una intensidad cegadora. Deméter lanzó llamaradas doradas, reduciendo a cenizas a los enemigos, mientras el león guardián rugía, su voz reverberando como un escudo que dispersaba a las sombras.
Zenobia, por su parte, utilizó su amuleto para crear barreras protectoras y lanzar pulsos de luz que debilitaban a las criaturas. Fu Fei se movía rápidamente entre las sombras, atacando con destellos de energía pura. La batalla fue intensa, pero el grupo logró repeler a los enemigos.
Cuando el último de ellos cayó, el grupo tomó un momento para recuperar el aliento. —Esto es solo el principio —dijo Alejandro, limpiando el sudor de su frente—. Debemos seguir adelante.
Finalmente, llegaron al borde del Abismo Sombrío. Era un lugar que parecía desafiar toda lógica. El suelo desaparecía en un vacío infinito, y columnas de roca flotaban en el aire, conectadas por puentes estrechos y tambaleantes. Una energía oscura pulsaba desde el centro, atrayéndolos y repeliéndolos al mismo tiempo.
—El núcleo está allí —anunció Fu Fei, señalando una gigantesca esfera de energía oscura que flotaba en el centro del abismo—. Pero no será fácil llegar.
—Nada de esto ha sido fácil —replicó Zenobia con una sonrisa cansada—. Pero lo lograremos.
El grupo comenzó a cruzar los puentes, avanzando con cautela mientras el abismo parecía susurrarles al oído, tentando sus pensamientos con dudas y temores. Cada paso era un esfuerzo, pero su determinación los mantenía en movimiento. Sin embargo, a mitad del camino, las sombras cobraron forma una vez más, emergiendo del vacío para bloquear su avance.
Esta vez, las criaturas eran más grandes y fuertes. Parecían alimentarse del abismo mismo, regenerándose cada vez que eran derrotadas. Alejandro y Carlomagno luchaban con todo su poder, pero era claro que no podían ganar esta batalla con fuerza bruta.
—¡Necesitamos una estrategia! —gritó Carlomagno mientras bloqueaba un golpe de una de las criaturas.
Zenobia cerró los ojos, concentrándose en su amuleto. —Estas criaturas están vinculadas al abismo. Si logramos cortar esa conexión, podríamos derrotarlas.
—¿Cómo lo hacemos? —preguntó Alejandro, esquivando un ataque.
Fu Fei se movió hacia el centro del puente, extendiendo sus manos etéreas. —Necesitaré su energía combinada. Concentren su luz en mí.
Sin dudarlo, Zenobia canalizó el poder de su amuleto hacia Fu Fei, mientras Alejandro y Carlomagno dirigían sus ataques hacia él en lugar de las criaturas. Deméter y el león guardián se unieron, liberando un torrente de energía dorada. Fu Fei brilló intensamente, y con un grito que resonó por todo el abismo, liberó una ola de luz que envolvió a las sombras, cortando su conexión con el abismo y desintegrándolas.
Cuando la última criatura desapareció, el grupo avanzó con cautela, llegando finalmente a la plataforma central donde flotaba la esfera de energía oscura. La presión era casi insoportable, pero nadie retrocedió.
—Este es el núcleo de su poder —dijo Fu Fei, con la voz apenas audible por el esfuerzo—. Si lo destruimos, Isabela perderá su fuente de energía.
—Entonces hagámoslo —dijo Alejandro, levantando su espada.
El grupo unió sus fuerzas una vez más. Zenobia canalizó toda la energía de su amuleto, mientras Deméter y el león guardián liberaban su poder mágico. Alejandro y Carlomagno atacaron simultáneamente, sus espadas brillando con una luz que atravesó la oscuridad.
La esfera comenzó a temblar, emitiendo un chillido agudo mientras la luz la consumía. Finalmente, con un estallido ensordecedor, explotó, liberando una onda de energía que barrió todo el abismo. Cuando la luz se desvaneció, el grupo se encontraba de pie en una plataforma solitaria. El abismo había desaparecido, reemplazado por un cielo claro y estrellado.
El grupo se miró, agotado pero triunfante. Alejandro bajó su espada, respirando profundamente. —Sigfrido… hemos cumplido nuestra promesa.
Carlomagno colocó una mano en su hombro, asintiendo en silencio.
De pronto, un eco extraño recorrió el aire. Una risa sombría, helada y profundamente aterradora resonó alrededor de ellos. El grupo se tensó, con las armas listas, mientras una figura comenzó a emerger del espacio donde antes se encontraba el núcleo.
Era una mujer de porte majestuoso, con una túnica negra decorada con símbolos arcanos que parecían moverse como si estuvieran vivos. Su cabello largo y blanco cómo la noche fluía como si estuviera sumergido en agua, y sus ojos brillaban con un fuego carmesí que parecía atravesar el alma.
—Vaya, vaya… —murmuró la figura, su voz envolvente como un susurro y un grito al mismo tiempo—. Pensé que nunca volvería a caminar entre los vivos.
Fu Fei retrocedió, su expresión de alarma evidente. —No… esto no puede ser… ¿Himiko? La Reina Chamana de Yamatai… desapareció hace siglos.
Himiko sonrió, mostrando una hilera de dientes perfectos pero inquietantemente afilados. —Y ustedes, ingenuos, me han liberado. Pensaron que estaban destruyendo el mal, pero lo que han hecho es abrir una puerta que jamás debió abrirse.
El grupo se quedó sin palabras, la gravedad de su error hundiéndose en sus corazones mientras Himiko se alzaba completamente, irradiando un poder que hacía que incluso Isabela pareciera insignificante.
¡Hasta aquí llegamos con este capítulo!
Espero que les haya gustado.
Muchas gracias,
Los estaré viendo cada semana con un capítulo nuevo de mi historia.
🌸Persephone
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