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🌸 Muy buenas tardes, ¡bienvenidos a un nuevo capítulo de mi historia, "La Última Sanadora"!
Soy Persephone, y hoy tengo el placer de presentarles el capítulo veinticinco que se enfoca en Teodora, sus aventuras y su evolución para convertirse en la más destacada curandera de los últimos tiempos.
¡Acompáñenme en este emocionante capítulo!
🌸 Resumen del anterior capítulo: “El Enigma de Thrym”
El grupo, dividido para explorar Thrym, enfrentó un ambiente lleno de tensiones y presencias ominosas. Atenea y Khubilai descubrieron círculos de ceniza con un propósito místico en el sur, encontrándose con sombras humanoides que parecían estar atrapadas entre dos mundos. Se dieron cuenta de que estas entidades no podían ser derrotadas por medios físicos, pero la luz tenía un efecto disuasorio. Al norte, Teodora, Manco y Lucasta exploraron una biblioteca abandonada, encontrando un mapa que revelaba la existencia de un portal subterráneo vinculado a las sombras. Fueron atacados por una presencia oscura, comprendiendo que algo mucho más poderoso acechaba bajo la ciudad.
Reunidos en la plaza central al atardecer, compartieron sus hallazgos y concluyeron que el portal bajo Thrym era la fuente del mal que enfrentaban. Justo entonces, Loki reapareció, insinuando que sabía cómo cerrar el portal, pero ofreciendo su ayuda bajo condiciones desconocidas. Aunque recelosos de sus intenciones, el grupo aceptó su apoyo, conscientes de que necesitarían toda la ayuda posible para enfrentar la creciente amenaza que aguardaba con la llegada de la noche.
🌸 Capítulo 25: “El Portal de los Susurros”
El crepúsculo se deslizaba sobre Thrym, tiñendo la ciudad con un velo anaranjado que se desvanecía lentamente en sombras púrpuras. Las calles estrechas y empedradas se sentían más frías, más silenciosas, como si la ciudad misma contuviera la respiración. El grupo avanzaba con cautela, el eco de sus pasos resonando entre las fachadas de piedra, mientras Loki, con su presencia etérea y oscura, lideraba el camino con una sonrisa enigmática.
La capilla abandonada los esperaba al final de una callejuela oculta, sus muros cubiertos de enredaderas secas que parecían garras petrificadas. Las vidrieras rotas filtraban los últimos rayos de luz, proyectando patrones fragmentados en el suelo polvoriento. Un aire rancio y frío les envolvió al entrar, como un susurro antiguo que advertía peligro.
Atenea deslizó sus dedos por las bancas cubiertas de polvo, dejando un rastro limpio. —Este lugar no ha visto fieles en siglos.
Loki, con una mirada de complicidad, respondió: —Las sombras prefieren lo olvidado. Aquí la barrera entre mundos es frágil.
En el altar, una trampilla de piedra cubierta de runas esperaba, como un secreto que ansiaba ser descubierto. Las inscripciones brillaban débilmente, un resplandor azul pálido que parecía responder a su presencia. Khubilai se arrodilló para examinarla, sus ojos reflejando la tenue luz.
—Estas runas son antiguas… un sello para contener algo poderoso. Algo que ahora intenta liberarse —su voz sonaba distante, como si hablara más para sí mismo que para los demás.
Con un esfuerzo conjunto, Manco y Lucasta levantaron la losa de piedra. Un olor a tierra húmeda y tiempo olvidado se elevó desde las profundidades. La oscuridad que yacía bajo la trampilla parecía más densa, más viva.
Descendieron por las escaleras de piedra, cada paso resonando como un eco de advertencia. Las paredes, cubiertas de moho y líquenes fosforescentes, emitían un brillo tenue y esmeralda. Las sombras danzaban al compás de las antorchas que portaban, proyectando formas distorsionadas que parecían moverse a voluntad.
—Sientan el aire… es como si estuviéramos siendo observados —susurró Teodora, su voz apenas audible sobre el sonido de sus propias pisadas.
Loki caminaba con una confianza inquietante, su silueta apenas visible en la penumbra. —¿No es emocionante? El juego apenas comienza.
La escalera desembocó en una vasta caverna subterránea. Estalactitas colgaban del techo, sus puntas afiladas como cuchillas, mientras que el suelo estaba cubierto de inscripciones antiguas, formando un mosaico de símbolos oscuros que brillaban débilmente. En el centro, un altar de piedra negra, cubierto de espirales grabadas, parecía pulsar con una energía latente.
Un murmullo gutural rompió el silencio. Las sombras en las paredes comenzaron a agitarse, despegándose lentamente y tomando formas humanoides, sus ojos brillando con una luz rojiza. El grupo se preparó, armas en mano. Atenea desenvainó su espada, cuya hoja de plata emitía un resplandor tenue.
—¡Preparados! ¡Vienen hacia nosotros! —gritó, adoptando una postura de combate.
La primera sombra atacó, su cuerpo fluido y esquivo. Atenea la cortó en dos, pero la criatura se desvaneció solo para reaparecer detrás de ella. Lucasta rugió, lanzando una llamarada que iluminó la caverna, disipando momentáneamente la oscuridad.
Khubilai levantó su bastón, invocando una esfera de luz que flotó sobre ellos, proyectando un halo brillante. Las sombras retrocedieron, siseando como serpientes.
—¡No basta con destruirlas! ¡Se regeneran! —gritó Manco, bloqueando una sombra con su escudo, que vibraba bajo la fuerza del impacto.
Teodora avanzó hacia el altar, esquivando las sombras que intentaban detenerla. El símbolo central, una espiral oscura, latía como un corazón malévolo. Colocó sus manos sobre la piedra, sintiendo una resistencia fría, como si la oscuridad misma luchara contra ella.
—¡Necesito más luz! —su voz temblaba bajo la presión del esfuerzo.
Loki, desde la retaguardia, observaba con una sonrisa ladeada, sus ojos brillando con una mezcla de interés y desafío. Finalmente, se acercó al altar y colocó una mano sobre la de Teodora.
—¿Ahora sí decides ayudar? —ella lo miró con rabia y esperanza.
—Todo juego tiene su clímax, querida. Este es el nuestro.
La energía oscura de Loki fluyó hacia el altar, mezclándose con la luz de Teodora. Las sombras emitieron un grito colectivo, retorciéndose como si sintieran el dolor de aquella unión. Las grietas de luz comenzaron a expandirse, fragmentando la espiral negra.
—¡Ahora! —rugió Loki, su voz más grave que nunca.
Con un grito de esfuerzo, Teodora liberó toda su energía. El altar estalló en una explosión cegadora. Las sombras, atrapadas en la luz, se desvanecieron como humo disipado por el viento.
Cuando la luz se desvaneció, la caverna quedó en un silencio sepulcral. Loki respiraba agitadamente, su expresión más seria que nunca. La energía oscura que lo rodeaba había disminuido, y por un instante, pareció vulnerable.
—¿Por qué nos ayudaste? —preguntó Teodora, mirándolo con desconfianza.
—Porque… —Loki hizo una pausa, sus ojos reflejando algo más profundo— hay cosas peores que las sombras. Y porque… hasta los juegos necesitan héroes.
Ascendieron a la superficie, el aire fresco de la noche llenando sus pulmones. Thrym estaba en silencio, pero la sensación opresiva había desaparecido. Las calles, aunque desiertas, parecían más ligeras, más libres.
—¿Se ha acabado? —preguntó Atenea, mirando a Loki.
Él sonrió, pero esta vez, su sonrisa era triste. —Por ahora. Pero recuerden, siempre hay más sombras.
¡Hasta aquí llegamos con éste capítulo de esta Historia de Aventuras!
Espero que les haya entretenido y esperen con ansias el próximo capítulo la semana que viene.
Muchas gracias por su tiempo y apoyo,
Los estaré viendo cada semana con un capítulo nuevo.
🌸Persephone
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Links para descargar el juego
- Infinity Kingdom / 無盡城戰