"Tres Pruebas y un Destino: La Búsqueda del Espejo" Capítulo 30 - La Última Sanadora

🌸 Muy buenas tardes, ¡bienvenidos a un nuevo capítulo de mi historia, "La Última Sanadora"!

Soy Persephone, y hoy tengo el placer de presentarles el capítulo treinta que se enfoca en Teodora, sus aventuras y su evolución para convertirse en la más destacada curandera de los últimos tiempos. 

¡Acompáñenme en este emocionante capítulo!

🌸 Resumen del anterior capítulo: “Fu Fei y el Retorno de Himiko”

Tras una intensa batalla, el grupo enfrenta una nueva crisis al descubrir que la grieta en la Fuente del Equilibrio sigue abierta, amenazando la estabilidad del mundo. Heimdall explica que se necesita más que simples victorias para resolver el problema, y las visiones de Teodora revelan una fortaleza oscura como origen de la ruptura. Loki propone buscar a Fu Fei, una misteriosa aliada, quien podría tener pistas sobre el Espejo de Baldur, un artefacto capaz de estabilizar las energías del equilibrio. La marcha hacia el Bosque del Crepúsculo, hogar de Fu Fei, está cargada de tensiones y desafíos, culminando con su encuentro. Fu Fei confirma que la amenaza es más grande de lo esperado, con Himiko, una fuerza oscura, libre nuevamente tras mil años de encarcelamiento.

Consciente de la urgencia, Fu Fei entrega un mapa que señala la ubicación del Espejo de Baldur y advierte que el tiempo es limitado: solo tienen 21 días antes de que el ciclo lunar se complete y el caos consuma todo. El grupo, liderado por Teodora, acepta la misión con determinación, sabiendo que deben fortalecerse y prepararse para enfrentar tanto la recuperación del artefacto como la amenaza latente de Himiko. Mientras la niebla del bosque comienza a disiparse, cada miembro comprende que el destino de los reinos depende de su éxito en esta tarea.

🌸 Capítulo 30: “Tres Pruebas y un Destino: La Búsqueda del Espejo”

El primer rayo del amanecer apenas logró atravesar la niebla perpetua del Bosque del Crepúsculo cuando el grupo, liderado por Teodora, comenzó su marcha hacia el Espejo de Baldur. Con el mapa entregado por Fu Fei en manos de ella, el equipo se organizó, cada uno cargando con la responsabilidad y la urgencia de su misión. A su alrededor, los árboles se alzaban como guardianes retorcidos, sus ramas formando arcos que parecían murmurar secretos olvidados.

Loki avanzaba con pasos ligeros, manteniendo una sonrisa sardónica que no lograba ocultar su preocupación. Atenea, siempre alerta, caminaba a su lado, observando cada sombra con desconfianza. Teodora estudiaba el mapa con detenimiento, guiando al grupo mientras sostenía a Lucasta, cuya presencia iluminaba tenuemente el camino. Manco Cápac y Khubilai cerraban la marcha, sus armas listas ante cualquier amenaza.

—Fu Fei no exageró cuando dijo que el tiempo era crucial —dijo Heimdall, rompiendo el silencio mientras su mirada dorada se fijaba en el horizonte—. Este lugar está impregnado de energías oscuras. Cada minuto que pasamos aquí nos acerca más al peligro.

Loki soltó una carcajada suave. —¡Vaya! Siempre tan optimista, ¿no? Aunque debo admitir que este bosque tiene un encanto… inquietante. Algo me dice que no seremos los únicos interesados en el Espejo de Baldur.

Teodora levantó la vista del mapa y lo fulminó con la mirada. —Entonces, más razón para avanzar rápido y evitar tus habituales juegos, Loki. Esto no es un espectáculo.

Atenea asintió, con el ceño fruncido. —Cada segundo cuenta. Si Himiko está libre, sus fuerzas no tardarán en movilizarse. Debemos estar preparados para enfrentarlas en cualquier momento.

Khubilai se detuvo un momento, observando el entorno. —Este bosque no solo está lleno de sombras. Siento presencias antiguas, entidades que podrían ayudarnos o destruirnos si no actuamos con cuidado.

Manco Cápac golpeó el suelo con la punta de su lanza, generando un leve eco. —Sigamos adelante. La fortaleza del equipo es nuestra mejor arma. Cualquiera que se interponga en nuestro camino aprenderá eso de la peor forma.

El grupo continuó avanzando hasta que el bosque se abrió hacia un claro iluminado por una luz etérea. En el centro, un monolito tallado con runas brillaba suavemente, proyectando una energía extraña pero reconfortante. Heimdall avanzó con cautela, estudiando las inscripciones.

—Esto es un marcador —dijo—. Una guía dejada por quienes buscaron el espejo antes que nosotros. Las runas hablan de tres pruebas que debemos superar: Valor, Sabiduría y Compasión.

Loki chasqueó la lengua. —¿Tres pruebas? ¿Por qué siempre tiene que haber pruebas? ¡No podría ser tan simple como encontrar un cofre y listo!

Teodora ignoró su comentario y se acercó al monolito. Colocó su mano sobre él, y una visión se proyectó ante ellos. Mostraba un templo antiguo escondido en lo profundo de las montañas, su entrada custodiada por figuras colosales de piedra.

—Ese es nuestro destino —dijo Teodora con determinación—. Pero llegar allí no será fácil. Estas pruebas podrían ser nuestra mayor dificultad hasta ahora.

Heimdall se giró hacia el grupo. —Debemos prepararnos. Cada uno de nosotros tiene habilidades únicas que podrán marcar la diferencia. Loki, tus trucos podrían ser esenciales. Atenea, tu liderazgo y estrategia nos guiarán. Teodora, confía en Lucasta para mantenernos conectados con la luz. Manco y Khubilai, sus fuerzas serán nuestro escudo.

El grupo asintió, aceptando el desafío que se avecinaba. Mientras avanzaban hacia las montañas, las energías oscuras del bosque parecían intensificarse, como si algo los estuviera observando desde las sombras. El aire se volvió pesado, cargado de un silencio ominoso que solo era interrumpido por el crujido de las hojas bajo sus pasos.

De repente, un rugido gutural resonó entre los árboles, haciendo que las aves que permanecían ocultas alzaran el vuelo en un caos de plumas. Una criatura deforme emergió del follaje, su piel oscura y correosa destellando con un brillo aceitoso bajo la escasa luz que penetraba el dosel del bosque. Sus ojos, brillando con malevolencia, se fijaron en el grupo mientras un gárgara escalofriante salía de su garganta. La bestia era enorme, con garras afiladas como espadas y una mandíbula repleta de dientes irregulares que goteaban un líquido negro y viscoso.

—¡Cuidado! —gritó Atenea, poniendo su escudo en alto con un movimiento fluido. Su armadura resplandeció con un destello dorado, reflejando el poder luminoso que portaba.

La criatura se lanzó hacia ellos con una velocidad sorprendente para su tamaño. Heimdall fue el primero en enfrentarse al monstruo. Blandiendo su espada resonante, bloqueó un ataque directo de las afiladas garras de la bestia. El impacto generó una onda de energía que se expandió en el aire, estremeciendo el campo de batalla. Sus movimientos eran precisos, cada golpe un intento deliberado de ganar tiempo mientras los demás se organizaban.

Loki, oculto entre las sombras, aprovechó su posición para lanzar una serie de dagas encantadas. Estas impactaron contra el grueso cuerpo de la criatura, explotando y arrancando fragmentos de su dura piel acorazada. La bestia rugió de dolor y, furiosa, giró su atención hacia Loki. Sin embargo, antes de que pudiera atacar, un rayo de energía plateada lo alcanzó de costado. Era Lucasta, quien, desde la distancia, canalizaba su poder con precisión, pronunciando palabras en un idioma arcano que llenaba el aire de un aura etérea.

Atenea se mantenía en primera línea, interponiéndose entre el enemigo y sus compañeros con su escudo. Cada vez que la criatura intentaba atacar, ella bloqueaba con destreza, asegurándose de proteger al grupo.

Detrás de ella, Teodora alzó sus manos hacia el cielo. Una brillante cúpula de energía protectora comenzó a formarse, envolviendo a sus aliados con un resplandor cálido y reconfortante.

—¡Manteneos firmes! El equilibrio es nuestra fuerza —declaró con voz firme. Su figura irradiaba una calma que inspiraba coraje incluso en los momentos más oscuros.

Enfurecida y acorralada, la criatura desató un feroz ataque. Giró su enorme cuerpo y lanzó una ola de energía oscura que arrasó como un vendaval. La barrera de Teodora mitigó gran parte del impacto, pero la fuerza residual empujó al grupo hacia atrás. Heimdall cayó de rodillas, jadeando, pero se levantó de inmediato, su mirada encendida con una determinación inquebrantable.

—¡Ahora! —rugió Heimdall, su voz resonando como un trueno.

Khubilai y Manco Cápac se movieron al unísono, como si compartieran un único pensamiento. Manco avanzó con agilidad, esquivando las arremetidas de la criatura con movimientos precisos. Con un salto impresionante, hundió su espada en el cuello del monstruo, el filo atravesando su carne con un brillo implacable. Al mismo tiempo, Khubilai atacó desde el lado opuesto, su espada desgarrando el otro extremo del cuello de la bestia en un golpe sincronizado.

El impacto fue devastador. La criatura soltó un último rugido antes de desplomarse, su cuerpo deshaciéndose en cenizas que el viento dispersó.

El silencio que siguió fue profundo, roto solo por las respiraciones entrecortadas del grupo. Atenea bajó su espada, su mirada recorriendo a sus compañeros, confirmando que todos estaban a salvo.

—Buen trabajo —murmuró, su tono lleno de gratitud y orgullo.

La amenaza había sido neutralizada, pero el camino aún era largo, y cada victoria reforzaba la unión del grupo frente a los desafíos venideros.

—Esto es solo el principio —dijo Khubilai, limpiando su espada—. Debemos estar preparados para lo que venga. Loki se encogió de hombros, aunque su sonrisa había desaparecido. —Bueno, al menos no es aburrido.

Con renovada determinación, el grupo retomó su marcha, sabiendo que las pruebas que les aguardaban no solo pondrían a prueba sus habilidades, sino también su unidad. El Espejo de Baldur era su única esperanza, y estaban dispuestos a enfrentarse a cualquier adversidad para salvar los reinos de la oscuridad que se cernía sobre ellos.

¡Hasta aquí llegamos con éste capítulo de esta Historia de Aventuras!

Espero que les haya entretenido y esperen con ansias el próximo capítulo la semana que viene.

Muchas gracias por su tiempo y apoyo,

Los estaré viendo cada semana con un capítulo nuevo.

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