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"Cuando el Viento se Ríe" [Capítulo 44] La Última Sanadora - Infinity Kingdom

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Article Publish : 04/26/2025 11:14
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🌸 Muy buenas tardes, ¡bienvenidos a un nuevo capítulo de mi historia, "La Última Sanadora"!

Soy Persephone, y hoy tengo el placer de presentarles el capítulo cuarenta y cuatro que se enfoca en Teodora, sus aventuras y su evolución para convertirse en la más destacada curandera de los últimos tiempos. 

¡Acompáñenme en este emocionante capítulo!


🌸 Resumen del anterior capítulo:Las Cenizas del Oeste

Tras tres días de viaje incansable, el grupo liderado por Teodora llega a la devastada aldea de Endrop, donde solo quedan ruinas marcadas por la desesperanza. Las inscripciones en las paredes y el silencio opresivo hablan de un olvido profundo. Lucasta, con su luz hecha de memoria, devuelve un pequeño brote de vida al lugar. Al continuar, descubren en un antiguo monasterio un símbolo oscuro: Morvaria, la Devoradora del Juicio, un ser sellado tiempo atrás, pero ahora parcialmente liberado. Atenea reconoce el peligro: el exilio de las Oscuridades se debilita. Teodora percibe que no fue el poder, sino el abandono, lo que corrompió el santuario.

Esa noche, Morvaria aparece como un fragmento de lo que fue, encarnación del castigo nacido de la pérdida de fe. En un combate breve y simbólico, el grupo comprende que no deben vencerla, sino redimirla. Lucasta, con un gesto de compasión, le otorga descanso. Al amanecer, el santuario y la aldea muestran señales de sanación. Los héroes reflexionan sobre justicia, compasión y la importancia de recordar a los pueblos olvidados. Con renovada esperanza, retoman su camino hacia el oeste, donde les aguarda una ciudad en la que la luz y la sombra coexisten como moneda y ley. El viaje apenas comienza.


🌸 Capítulo 44: “Cuando el Viento se Ríe”

El sol apenas despuntaba cuando el grupo descendió por la ladera cubierta de helechos que bordeaba el legendario Río Sagrado de Ahurani. Se decía que quien escuchara sus aguas en completo silencio podía oír las voces del pasado… o los susurros de algo aún más escurridizo: la risa juguetona de un espíritu del viento con demasiado tiempo libre.

Lucasta se adelantó brincando entre los arbustos húmedos, su cuerpecito emitiendo un suave resplandor cada vez que giraba sobre sí misma. Teodora la observaba con una leve sonrisa, percibiendo un destello de emoción en el lazo que las unía.

“Hay alguien aquí… riéndose de nosotros”, fue lo único que Lucasta transmitió, su pensamiento envuelto en cosquillas de viento.

No estamos solos —advirtió Teodora en voz alta.

Atenea limpiaba su escudo con calma, Manco Cápac fruncía el ceño mientras una hoja insistente le caía por sexta vez en la cabeza, y Khubilai Kan observaba con atención cómo una roca rodaba cuesta arriba.

¿Desde cuándo las piedras hacen eso? —preguntó, y acto seguido, un remolino le desordenó el peinado con aire burlón.

¡Ejem! —interrumpió una voz melodiosa, divertida, que parecía flotar desde todos los rincones del bosque—. ¿Nadie me va a invitar a unirme al grupo? ¡Qué grosería!

Una ráfaga de viento barrió el claro, levantando capas, bufandas y... a Lucasta, que flotó por unos segundos en el aire antes de caer con gracia sobre una hoja ancha. Emitió un suave zumbido de desaprobación.

Y entonces lo vieron: una figura flotando cabeza abajo sobre el río. Era una joven de cabello como nubes en movimiento, ojos azules como torbellinos, y una bufanda verde larguísima que parecía tener vida propia. Su ropa cambiaba de forma constantemente, como si imitara la dirección del viento.

¡Bienvenidos al Río de las Voces! ¡Yo soy Zephyro, espíritu errante, amante de la brisa y travieso por naturaleza! —hizo una reverencia en el aire—. ¿Y ustedes son... los que vienen a cruzar sin siquiera una adivinanza? ¡Por favor!

¿Un espíritu? —preguntó Manco con desconfianza, ajustando su espada.

¡No! Bueno, sí. Bueno, depende. ¿Qué día es hoy?

Estamos buscando la entrada hacia Britomartis —interrumpió Atenea con firmeza—. ¿Eres un guardián?

Zephyro se puso una mano sobre el corazón, teatral.

Guard-ián es una palabra muy fuerte. Prefiero “curador del caos fluvial”. Pero sí, soy quien pone las reglas para cruzar... y la regla es simple: atrapen su pluma.

Un montón de plumas comenzaron a caer del cielo, flotando alrededor de cada uno.

Regla uno: no se puede usar magia. Regla dos: no se puede usar las manos. Regla tres: ¡yo soplo fuerte!

Y así comenzó la competencia. Atenea intentó atrapar su pluma con el casco, sin éxito. Manco intentó que la suya cayera sobre la hoja de su espada. Khubilai calculó trayectorias con rapidez, pero el viento siempre lo descolocaba. Lucasta simplemente giró en círculos mientras la pluma la seguía, como burlándose.

Teodora se quedó quieta, cerró los ojos, y dejó que su pluma se posara suavemente sobre su frente.

Zephyro soltó una carcajada encantada.

¡Ingeniosa y serena! ¡Perfecto! Aunque... Esa pequeña criatura tuya me está haciendo trampa, ¿sabes? ¡Su aura empuja el viento!

Teodora apenas giró el rostro hacia Lucasta, y en el vínculo silencioso compartido, percibió una respuesta simple:

“Él es divertido.”

¿Eso fue sarcasmo? —murmuró Teodora.

Una a una, el grupo logró atrapar su pluma. Atenea, con dignidad espartana, atrapó la suya al hacer que flotara en su escudo pulido. Manco terminó mordiendo la pluma por pura desesperación. Y Khubilai, con resignación, atrapó la suya... en la manga de su túnica.

Zephyro aplaudió con entusiasmo, haciendo volar todas las plumas y los guió hasta una barca hecha de hojas gigantes que flotaba sobre el río. Mientras se alejaban de la orilla, un viento musical empezó a sonar entre los árboles. Era su despedida.

¡Adelante, viajeros! El río les mostrará lo que llevan dentro. Pero no olviden que a veces la luz viaja disfrazada de risa.

Durante el viaje, cada uno escuchó un susurro en el viento, palabras que solo ellos comprendieron:

“No todo debe ser orden.”

“Tu fuerza no está solo en la espada.”

“El honor también ríe.”

“Hay verdad en lo invisible.”

“Los lazos pueden ser más poderosos que la lógica.”

Lucasta se acomodó junto a Teodora, su energía ahora tranquila. Teodora sintió una emoción cálida que no era suya.

“Me gusta este lugar.”

Al llegar al otro lado, los cristales flotantes los guiaron hasta las puertas de Britomartis, la ciudad que nunca duerme, donde la luz y la oscuridad no se ocultan… sino que conviven.

Justo cuando pisaban el primer peldaño, un viento cruzó con fuerza, llevándose la bota derecha de Manco Cápac.

¡Zephyrooo! —gritó entre risas, mientras el resto contenía la carcajada.

Desde el cielo, una voz remolinada respondió:

¡Saludo oficial de bienvenida a Britomartis! ¡Y recuerden: la próxima vez, traigan paraguas!




¡Hasta aquí llegamos con éste capítulo de esta Historia de Aventuras!

Espero que les haya entretenido y esperen con ansias el próximo capítulo la semana que viene.


Muchas gracias por su tiempo y apoyo,

Los estaré viendo cada semana con un capítulo nuevo.

🌸Persephone



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- Infinity Kingdom / 無盡城戰

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