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"Entre Sombras y Runas: Parte II" [Capítulo 27] La Última Sanadora - Infinity Kingdom

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Article Publish : 12/18/2024 07:30
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🌸 Muy buenas tardes, ¡bienvenidos a un nuevo capítulo de mi historia, "La Última Sanadora"!

Soy Persephone, y hoy tengo el placer de presentarles el capítulo veintisiete que se enfoca en Teodora, sus aventuras y su evolución para convertirse en la más destacada curandera de los últimos tiempos. 

¡Acompáñenme en este emocionante capítulo!


🌸 Resumen del anterior capítulo:Entre Sombras y Runas: Parte I

La ciudad de Thrym, aunque liberada de las sombras iniciales, parecía contener un nuevo y oscuro misterio. El grupo, liderado por Teodora, percibía el peso de lo ocurrido en la caverna mientras Loki, menos seguro de sí mismo, dejaba entrever verdades inquietantes. Las palabras del dios del caos insinuaban que lo que habían enfrentado no era más que una sombra de algo mucho mayor. Atenea y Khubilai se alarmaron cuando un rugido gutural retumbó bajo la ciudad, acompañado de una luz azul que resplandecía desde las runas antiguas, sugiriendo que las profundidades de Thrym aún escondían un peligro latente.

La aparición de una figura enigmática, vestida con una capa negra y ojos rojos brillantes, desveló otra capa del enigma. Autodenominado "el que mantiene las puertas cerradas", el extraño insinuó que la verdadera amenaza aún estaba por desatarse y que el grupo debía seguirlo si deseaban respuestas. Loki, por su parte, confirmó que las sombras respondían a dueños ocultos, y la verdad tras ellas era más oscura de lo imaginable. Entre amenazas implícitas y una realidad que parecía desmoronarse, el grupo comprendió que el equilibrio de Thrym seguía en juego y que lo peor aún estaba por venir.


🌸 Capítulo 27: “Entre Sombras y Runas: Parte II”

El aire en la plaza central parecía haberse espesado tras la partida del misterioso encapuchado. El grupo intercambió miradas tensas, y fue Teodora quien rompió el silencio, su voz firme aunque contenía una pizca de duda.

¿Quién era ese? —murmuró, mirando hacia el punto donde la figura había desaparecido en la oscuridad.

Loki, apoyado contra una vieja columna, jugueteaba con una daga entre los dedos. Una sonrisa ladeada, más amarga que burlona, apareció en su rostro.

Heimdall —respondió con calma—. El guardián de las puertas y el vigilante del equilibrio entre los mundos.

¿Heimdall? —repitió Atenea, frunciendo el ceño— ¿Qué puertas? ¿Y por qué parecía conocer más sobre Loki que nosotros?

Porque lo hace —respondió Loki desde su rincón, su tono sarcástico más tenue que de costumbre—. Heimdall no es solo el vigilante de puertas físicas, es el guardián del equilibrio entre mundos. Lo que liberamos en la caverna no fue una sombra común. Fue una grieta en ese equilibrio... y ahora alguien está tratando de cruzar.

Atenea frunció el ceño y miró a Loki con desconfianza.

¿Nos ocultaste algo? ¿Acaso sabías que esto podía suceder?

Loki no respondió de inmediato. Sus ojos plateados reflejaban las estrellas, pero su voz fue grave cuando habló.

Les dije que las sombras tienen dueños. Lo que no mencioné es que sus dueños llevan tiempo esperando. Ahora que el equilibrio se ha roto, Heimdall no tiene más opción que actuar... Y ustedes, queridos héroes, no tienen otra salida que seguirlo.

Antes de que alguien pudiera cuestionar sus palabras, un estruendo retumbó desde el subsuelo. El temblor sacudió los cimientos de la plaza, y las antiguas runas en la trampilla emitieron un fulgor azul aún más intenso. El sonido no era solo un rugido: era un lamento, profundo y antiguo, como si algo estuviera despertando.

Nos estamos quedando sin tiempo —dijo Khubilai, con la espada en mano—. Si hay algo al otro lado de esa puerta, debemos enfrentarlo ya.

No aquí —intervino una voz resonante.

Heimdall emergió de la oscuridad una vez más, su capa ondeando como si tuviera vida propia. Sus ojos rojos destellaron bajo la capucha, y, con un movimiento de su mano, las runas de la trampilla comenzaron a apagarse lentamente.

El sello no durará mucho más —continuó Heimdall, su voz calmada pero severa—. Si quieren entender lo que está por venir, deben acompañarme. Lo que yace bajo Thrym no puede ser enfrentado con simples espadas y magia.

¿A dónde nos llevas? —preguntó Manco, con un dejo de desconfianza.

A la Fuente del Equilibrio —respondió Heimdall, y su tono no admitía discusión—. Un lugar que solo los guardianes conocen. Allí podrán ver con sus propios ojos lo que está en juego.

Loki arqueó una ceja, su interés evidente.

La Fuente, ¿eh? Eso sí que es inesperado. No todos los días Heimdall invita a mortales a semejante espectáculo.


El guardián ignoró la provocación y comenzó a caminar hacia las afueras de la plaza. Uno a uno, los miembros del grupo lo siguieron, aunque el aire cargado de incertidumbre no se disipaba. Lucasta, el majestuoso dragón de luz, se movía silencioso detrás de Atenea, su presencia irradiando una calma que contrastaba con la tensión del momento. El brillo dorado de sus escamas reflejaba la tenue luz de las estrellas, y en cada paso, parecía contener la promesa de protección.

Atravesaron calles desiertas y callejones oscuros, donde las sombras parecían susurrar a su paso. Thrym estaba inquieta, como si la ciudad misma sintiera lo que estaba a punto de ocurrir.

Finalmente, llegaron a una vasta entrada de piedra oculta entre ruinas antiguas. La puerta, cubierta de símbolos ancestrales, comenzó a brillar al contacto de la mano de Heimdall.

La Fuente del Equilibrio ha permanecido sellada durante siglos —dijo el guardián mientras empujaba la pesada puerta—. Solo los que entienden el peso del equilibrio pueden cruzar este umbral. Espero que estén listos.

Al otro lado de la puerta, un túnel descendía hacia las entrañas de la tierra, iluminado por una luz tenue y azulada. El grupo avanzó en silencio, sus pasos resonando en el suelo de piedra. Lucasta se movía con sigilo tras ellos, su mirada fija en las profundidades, como si sintiera la amenaza que les aguardaba.

El aire era denso, cargado de energía antigua, como si cada pared del túnel estuviera viva.

¿Qué es exactamente la Fuente del Equilibrio? —preguntó Teodora, rompiendo el silencio.

Es el corazón que separa los mundos —respondió Heimdall sin volverse—. Es el límite entre la luz y la oscuridad, la frontera que mantiene las sombras contenidas. Pero cuando el equilibrio se rompe, las fronteras se debilitan.

Teodora tragó saliva.

¿Y qué sucede si se rompen por completo?

El mundo que conocen dejará de existir —respondió Heimdall con calma—. La oscuridad lo cubrirá todo.

Nadie volvió a hablar después de eso. Avanzaron durante lo que parecieron horas, hasta que finalmente llegaron a una enorme cámara subterránea. En su centro, una fuente resplandecía con un brillo azul profundo. La luz pulsaba con vida propia, como si respirara.

La Fuente del Equilibrio —susurró Atenea, incapaz de apartar la mirada.

Está debilitándose —dijo Heimdall, señalando cómo el brillo de la fuente se atenuaba en algunos puntos—. Algo está drenando su energía. Y si no detenemos lo que está causando esto, no quedará nada.

Khubilai avanzó hacia la fuente, su mirada severa.

¿Y cómo la salvamos?

Antes de que Heimdall pudiera responder, la luz de la fuente se agitó violentamente. Un rugido gutural, idéntico al que habían escuchado antes, resonó por toda la cámara. La tierra tembló, y una figura comenzó a surgir del reflejo de la fuente.

Era una sombra, alta y deforme, con ojos rojos que brillaban como brasas. Su presencia era sofocante, y el aire pareció congelarse a su alrededor. Lucasta rugió con fuerza, su cuerpo dorado iluminando la cámara mientras adoptaba una postura defensiva, sus alas extendidas con majestuosidad.

Es solo el principio —dijo Heimdall, con voz firme mientras desenfundaba una espada brillante—. Prepárense para luchar. Esto no es una sombra cualquiera: es un emisario de lo que está por venir.

El grupo desenvainó sus armas, formando un círculo defensivo alrededor de la fuente. Loki, con una sonrisa amarga, observó al monstruo con detenimiento.

Y pensar que esto es solo un emisario... No me imagino cómo será conocer al dueño.

La criatura rugió nuevamente, lanzándose hacia ellos con furia desmedida. Lucasta fue el primero en interceptarla, lanzando un destello de luz pura que desgarró las sombras momentáneamente. El dragón de luz brillaba como un faro en medio de la oscuridad, una fuerza de esperanza que mantenía la criatura a raya.

¡Aprovechen la apertura! —gritó Atenea, avanzando con su escudo en alto.

La batalla había comenzado, y el destino del equilibrio dependía de su resistencia en aquella oscura y fría cámara subterránea. Lucasta, la encarnación misma de la luz, era su escudo más poderoso contra aquella creciente oscuridad.





¡Hasta aquí llegamos con éste capítulo de esta Historia de Aventuras!

Espero que les haya entretenido y esperen con ansias el próximo capítulo la semana que viene.


Muchas gracias por su tiempo y apoyo,

Los estaré viendo cada semana con un capítulo nuevo.

🌸Persephone



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- Infinity Kingdom / 無盡城戰

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