"El Núcleo sin Nombre" [Capítulo 9] Crónicas del Dios del Oceáno - Infinity Kingdom

💦 Bienvenidos a un nuevo capítulo de mi historia, "Crónicas del Dios del Océano".

Soy Persephone, y hoy les presento el noveno capítulo de esta nueva aventura, donde exploraremos el pasado de Poseidón, y descubriremos todas las vivencias que lo forjaron como el majestuoso Dios del Océano que conocemos.

¡Los invito a acompañarme en este emocionante viaje! 

💦 Resumen del anterior capítulo: “Cuando el Mar Recuerda”

El mar está en tensión y los dioses perciben que una fuerza ancestral ha despertado. En el Olimpo, Hera y Atenea descubren que el sello de Ketos, una bestia del pasado, está ligado al desequilibrio actual. Hera insinúa que podría ser necesario liberar ese antiguo poder para restaurar un nuevo orden.

Mientras tanto, en lo profundo del océano, Poseidón dialoga con los guardianes elementales del mar y con una figura femenina exiliada, que lo guía a no controlar las fuerzas del océano, sino a comprenderlas. Desde el Inframundo, Hades y los jueces de los muertos perciben que el flujo de las almas ha sido alterado, y que Thálassa Ancestral, una entidad del origen del mar, está regresando como reflejo del alma del mundo.

Thálassa comienza a despertar: su cuerpo y esencia cambian constantemente, expresando memorias antiguas, caos y ruptura. Poseidón entiende que no puede enfrentarse a ella sin comprenderla, y decide ir solo hacia su núcleo, rechazando enviar un ejército. Mientras se adentra en las profundidades, el mundo cambia: las costas lloran sal negra, los sueños humanos se oscurecen, y Zeus se da cuenta de que algo muy antiguo se ha levantado sin él.

Thálassa lo espera. Y el mar está listo para revelar su verdad.

💦 Capítulo 9: “El Núcleo sin Nombre”

Las aguas eran otras. A cada brazada, Poseidón descendía por un océano que ya no respondía a sus mandatos. Las corrientes no fluían: susurraban. El tiempo se disolvía en remolinos que reescribían su dirección, y el mar dejaba de ser un espacio para convertirse en conciencia. El corazón de Thálassa Ancestral no era un lugar. Era una verdad, contenida en una entidad que ninguna forma podía sostener.

Frente a él, todo se disolvía. No había luz, pero tampoco oscuridad. El agua lo envolvía, no como elemento, sino como reflejo: sus memorias flotaban ante sus ojos, sus decisiones lo contemplaban, y su furia pasada se alzaba como una hidra sin cabeza. Thálassa no se mostraba con forma. Se hacía sentir. Una vibración que desgarraba el pensamiento. Una pregunta sin voz.

—¿Qué has venido a juzgar, dios del mar… si no puedes juzgarte a ti mismo?

Poseidón no respondió. El tridente en su mano comenzó a temblar. No por miedo, sino porque su poder ya no le pertenecía por completo. Las aguas que lo rodeaban invocaban fragmentos olvidados: batallas donde había elegido el dominio sobre el diálogo, pactos rotos por orgullo, silencios que permitieron tragedias.

La concha negra que llevaba se quebró sin sonido. De ella emergieron ecos de voces antiguas: mortales ahogados, naciones sumergidas, promesas que jamás regresaron a la superficie.

—No vengo a sellarte —dijo, por fin—. Vengo a entender por qué fuimos incapaces de escucharte.

La vibración se volvió tormenta. Brazos sin carne se alzaron en torno a él, ojos abiertos dentro de olas imposibles, memorias del primer mar cuando el caos aún no sabía contenerse. Y entonces Thálassa habló, no como una entidad, sino como el origen mismo del océano.

—Fui el equilibrio antes de los nombres. Ustedes me silenciaron porque no pudieron compartirme. Me temieron porque no podían dividirme. Yo no fui castigo… fui verdad.

Poseidón cayó de rodillas en medio del agua. No por dolor. Por comprensión.

En la superficie, las islas comenzaron a desaparecer sin dejar huella. Las criaturas marinas migraban en círculos, guiadas por pulsos que nadie comprendía. En las costas, los altares marinos ardían sin fuego. Las columnas de templos se derrumbaban como si el cimiento del mundo comenzara a quebrarse.

En el Olimpo, Hera irrumpió en el salón principal, donde Zeus aún contemplaba el firmamento en busca de respuestas que ya no estaban en el cielo.

—Tu silencio está condenando el mundo —escupió la reina, arrojando sobre la mesa el fragmento de un antiguo sello que había roto.

Atenea estaba tras ella, severa como la justicia misma.

—Thálassa no es un enemigo. Es una advertencia. Y Poseidón la está enfrentando solo.

Zeus, por un momento, dudó. Luego, su voz resonó con una gravedad antigua.

—Hay fuerzas que incluso los dioses no deben despertar.

Hera se acercó sin temor.

—Ya fue despertada. Ahora debemos decidir si seguimos gobernando sobre el miedo… o si aprendemos a ser parte de aquello que no controlamos.

En el Inframundo, los jueces antiguos se reunieron nuevamente en la Sala del Juicio. Las almas ya no fluían. Se agitaban, se estancaban, regresaban. Radamantis observó el velo del Más Allá como si viera por primera vez.

—El mar ha comenzado a reflejar lo que ocultamos.

Minos alzó su cetro quebrado.

—Los juicios sellados están regresando. Aquellos que dictamos en la era de la creación… nos serán devueltos.

Hades cerró los ojos. Un eco reverberaba desde la frontera entre su reino y el abismo marino.

—Las deudas no son eternas —dijo—. Pero el precio… sí lo es.

Y en el fondo, en el corazón sin forma de Thálassa, Poseidón tendió su mano. No para atacar. No para dominar.

—Si hemos de renacer… no puede ser repitiendo los errores del principio.

La entidad ancestral vibró una vez más. El mar alrededor de ellos se iluminó con un fulgor primigenio, como si el primer día del mundo se encendiera una vez más, pero solo por un instante.

La corriente se detuvo. El caos escuchó.

Y Poseidón, por primera vez, no sintió que guiaba el mar… sino que era parte de él.

💦 En el próximo capítulo de "Crónicas del Dios del Océano"...

El eco de esta unión se propaga por los reinos divinos y mortales. Pero no todos están dispuestos a aceptar el nuevo orden que despierta bajo las olas.

¡No se lo pierdan la próxima semana!

Muchas gracias por su tiempo y apoyo,

Los estaré viendo cada semana con un capítulo nuevo.

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