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"El Juicio de los Cielos" [Capítulo 5] Crónicas del Dios del Oceáno - Infinity Kingdom

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Article Publish : 05/25/2025 12:40
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Edited by ❀persephone at 05/25/2025 12:41


💦 Bienvenidos a un nuevo capítulo de mi historia, "Crónicas del Dios del Océano".

Soy Persephone, y hoy me llena de emoción presentarles el quinto capítulo de esta nueva aventura, donde exploraremos el pasado y presente de Poseidón, y descubriremos todas las vivencias que lo forjaron como el majestuoso Dios del Océano que conocemos.

¡Los invito a acompañarme en este emocionante viaje! 


💦 Resumen del anterior capítulo:El Mar de los Ecos Antiguos

Poseidón viaja al misterioso Mar de los Ecos Antiguos, guiado por las voces que emanan de la runa que asumió en la Fosa del Pacto Roto. Allí, entre templos olvidados y memorias ancestrales, presencia una visión del Olimpo donde Zeus y Apolo lo confrontan por haber reactivado un antiguo vínculo con el abismo. En el corazón de un templo sumergido, se encuentra con Océano, el titán primigenio, quien le otorga un segundo símbolo: una espiral de agua, no como poder, sino como memoria. Al regresar a la superficie, Apolo lo espera para llevarlo ante el juicio de los dioses, mientras Poseidón acepta su destino como puente entre el Olimpo y las profundidades.


💦 Capítulo 5: “El Juicio de los Cielos”

Las columnas del Olimpo resonaban con un murmullo tenso. Cada nube que rodeaba el Anfiteatro Celeste parecía cargada de electricidad y espera, como si incluso el aire contuviera la respiración de los dioses.

El Anfiteatro no se abría desde la Guerra de los Gigantes. Su cúpula de estrellas contenía no solo el cielo nocturno, sino la memoria viva del poder divino. Doce tronos, once ocupados. El duodécimo, aún vacío, esperaba al convocado.

Poseidón emergió de un remolino celeste que Apolo había abierto en el aire. Caminó con el mar aún en sus pasos, con gotas saladas cayendo de su cabello oscuro, con la runa del pacto aún vibrando en su tridente y la espiral del recuerdo centelleando en su pecho.

Ninguno lo saludó.

Ni Hermes, el siempre bromista.

Ni Artemisa, su mirada fija en la lejanía.

Ni Atenea, cuya lanza reposaba recta como un juicio.

Ni Ares, que tamborileaba con impaciencia los nudillos sobre su rodilla.

Ni siquiera Hades, convocado desde el Inframundo, mostró otra emoción más que la sombra perpetua en su rostro.

Zeus se alzó.

Poseidón —tronó su voz, tan poderosa como el rayo que sostenía—. Has despertado un legado que el Olimpo selló con sangre, juramentos y fuego. Has descendido donde nadie debía, y has regresado… marcado.

La espiral brilló con un tenue resplandor azul cuando fue mencionada.

¿Qué tienes que decir en tu defensa?

Poseidón no alzó la voz. No era necesario. Su presencia bastaba.

No fui a buscar poder. Fui a buscar verdad. Y si la verdad duele, es porque el olvido la ha corrompido.

Un murmullo cruzó la asamblea como viento entre ramas secas.

¿Acusas al Olimpo de mentir? —intervino Hera, su mirada de hielo, tan cortante como cualquier espada.

Acuso al Olimpo de temer —respondió él, sin titubear—. Y del temor nacen los sellos. Pero bajo los sellos… algo respira.

Atenea se incorporó.

Hablas como un titán. Pero no lo eres. Y nosotros no tememos sin razón. El abismo no solo guarda memorias. Guarda hambre. Guarda ruina.

Y yo no soy abismo. Soy mar. No todo lo profundo quiere devorar.

Las palabras quedaron suspendidas. Fue entonces cuando las Moiras aparecieron.

Tres figuras veladas descendieron desde la parte más alta del cielo, no caminando, sino deslizándose sobre los hilos del destino que ellas mismas hilaban. Cloto llevaba una rueca de oro, Láquesis una vara trenzada, y Átropos unas tijeras negras que cortaban la luz en cada paso.

No bastan palabras —dijo Cloto, sin emoción—. Porque el destino no se deshace con discursos.

Ni se construye con valentía solamente —añadió Láquesis.

Así que te pondremos a prueba —concluyó Átropos—. Y si fracasas, no serás castigado… Serás olvidado.

Poseidón inclinó la cabeza en señal de respeto. Nadie discutía a las Moiras. Ni siquiera Zeus.

Una puerta dorada se abrió en el centro del Anfiteatro. Más allá, nada. Ni cielo, ni tierra, ni tiempo. Solo un vacío expectante.

Cruza —dijeron al unísono.

El joven dios avanzó, cruzando el umbral hacia lo desconocido.

El mundo al que entró no tenía forma, y sin embargo, se sentía vasto como un océano sin orillas. Flotaba, aunque caminara. No había suelo, pero sus pasos resonaban. No había sol, pero veía.

Frente a él, una figura surgió del vacío. Era él mismo, pero mayor. Una versión futura, endurecida por guerras, coronada por tormentas.

—¿Qué harás cuando seas yo? —preguntó su reflejo—. ¿Dominarás el mar o lo escucharás? ¿Impondrás ley o preservarás memoria?

No vine a imponer. Vine a unir —respondió.

El reflejo se desvaneció.

Ahora, apareció su madre, Rea, con lágrimas de piedra y voz de trueno apagado.

Tu padre devoró a sus hijos por miedo al destino. Tú… ¿desatarás un destino que nadie pidió?

No. Solo mostraré que lo temido también puede ser comprendido.

Ella lo besó en la frente, y se disolvió en espuma.

Luego, apareció la criatura del abismo. Aquella que había encontrado en la Fosa del Pacto Roto. Pero ahora no gritaba. Solo lo miraba, como esperando algo.

Poseidón extendió la mano.

No te sellaré de nuevo. Pero tampoco te dejaré libre. Te recordaré.

La criatura inclinó la cabeza. Y desapareció.

Entonces, todo se detuvo.

El silencio fue total.

Y las Moiras reaparecieron, tejiendo un solo hilo: su destino.

Respondiste con palabras, alma y acción. Pero queda una última prueba —dijo Átropos, alzando sus tijeras.

El juicio de tus iguales.

Poseidón regresó al Anfiteatro, pero ya no era el mismo. Las marcas brillaban al unísono, y su aura era como una tormenta contenida. No furia… sino vastedad.

Zeus se levantó de nuevo.

Dioses del Olimpo. Se nos presentó un hijo del mar. Uno que no teme lo profundo. Uno que ha cruzado el velo de los sellos sin perderse. Ahora, decidamos. ¿Puente o peligro?

Ares fue el primero en hablar.

Lo respeto. Pero no confío en él. Quien oye al abismo, algún día, se hunde en él.

Atenea negó con la cabeza.

Ares se equivoca. Poseidón no ha caído. Ha crecido. Y quizá nos ha recordado que también debemos crecer.

Hera apretó los labios, pero habló:

El poder que lleva es antiguo. Demasiado. Si ha de ser puente, deberá jurar que no abrirá más de lo que puede sostener.

Hermes se rascó la barbilla.

Creo que no lo sabremos hasta que sea demasiado tarde. Y sin embargo… Prefiero un dios con memoria que uno con miedo.

Finalmente, Apolo tomó la palabra.

Él es el primero de nosotros en escuchar algo más allá del Olimpo sin perder su esencia. No digo que esté libre de errores. Pero sí digo que merece caminar sin cadenas.

Zeus miró a su hermano menor.

Entonces dilo tú, hermano. ¿Qué serás?

El joven dios no dudó.

Seré puente. No entre el Olimpo y el abismo. Sino entre lo que fuimos y lo que debemos llegar a ser.

El silencio fue absoluto.

Zeus bajó el rayo, mirando con afecto a su hermano menor.

Entonces cruza. Y hazlo fuerte, con cuidado. Porque si el puente se rompe… serás el primero en caer.

Poseidón alzó su tridente. Las runas brillaron con fuerza, y por primera vez, una lluvia cayó sobre el Olimpo. No era tormenta, sino agua del recuerdo.

Las Moiras sonrieron.

Y el juicio fue sellado.





¡Hasta aquí llegamos con éste capítulo de esta Historia de Aventuras!

Espero que les haya entretenido y esperen con ansias el próximo capítulo la semana que viene.


💦 En el próximo capítulo de "Crónicas del Dios del Océano"...

Mientras el eco del juicio aún vibra entre los pilares celestes, las consecuencias del veredicto se extienden más allá del Olimpo. Algo despierta en las profundidades del mundo: antiguos guardianes que no responden a dioses ni titanes, sino a una ley anterior al tiempo. Poseidón, marcado por símbolos olvidados, sentirá el tirón de fuerzas que ni siquiera los inmortales comprenden del todo.

Pero no estará solo. Una figura del pasado, exiliada incluso de los mitos, se alza entre la espuma para ofrecerle un legado no reclamado. ¿Será una aliada… o una prueba más del precio de abrir lo sellado?

El abismo murmura. Y esta vez, el Olimpo no podrá ignorarlo.





¡No se lo pierdan la próxima semana!

Muchas gracias por su tiempo y apoyo,

Los estaré viendo cada semana con un capítulo nuevo.

🌸Persephone



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