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"El Mar de los Ecos Antiguos" [Capítulo 4] Crónicas del Dios del Oceáno - Infinity Kingdom

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Article Publish : 05/18/2025 07:45
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💦 Bienvenidos a un nuevo capítulo de mi historia, "Crónicas del Dios del Océano".

Soy Persephone, y hoy me llena de emoción presentarles el cuarto capítulo de esta nueva aventura, donde exploraremos el pasado y presente de Poseidón, y descubriremos todas las vivencias que lo forjaron como el majestuoso Dios del Océano que conocemos.

¡Los invito a acompañarme en este emocionante viaje! 


💦 Resumen del anterior capítulo:La Fosa del Pacto Roto

Poseidón descendió a la temida Fosa del Pacto Roto, un abismo olvidado por los dioses. Allí enfrentó a una criatura ancestral, furiosa por la traición de los olímpicos que sellaron a los seres del abismo. En lugar de destruir el sello ni liberar al monstruo, Poseidón decidió asumir el antiguo pacto roto. Al conectar su tridente con la runa, aceptó el dolor del pasado como parte del mar mismo. La criatura, por fin reconocida, se desvaneció en paz. Y así, el joven dios emergió transformado, no como gobernante, sino como portador del verdadero mar.


💦 Capítulo 4: “El Mar de los Ecos Antiguos”

Los vientos del este soplaban con una intensidad inusual. Las corrientes ascendían desde las profundidades como si algo invisible agitara el corazón del océano. Las criaturas marinas se escondían entre corales y cavernas, y los cielos sobre las aguas se tornaban de un gris acerado, presagiando más que una tormenta. En medio de ese mar inquieto, el joven dios cabalgaba su hipocampo, llevando en su tridente la runa que había asumido en la Fosa del Pacto Roto.

Desde aquel día, Poseidón no había conocido el descanso.

La runa brillaba por momentos, susurrando memorias que no le pertenecían, fragmentos de un tiempo donde los titanes caminaban entre las olas y el abismo no era temido, sino reverenciado. En sueños, oía voces que emergían entre espuma y sal: nombres antiguos, plegarias olvidadas, advertencias en lenguas que rozaban su conciencia como brisas cargadas de ceniza.

—Ve al este —decían—. Donde los templos ya no tienen sacerdotes. Donde la verdad duerme bajo piedras caídas.

Así llegó al Mar de los Ecos Antiguos, un lugar tan remoto que ni siquiera los mapas divinos lo mencionaban. Allí, entre algas colgantes y pilares sumergidos, yacían los restos de santuarios dedicados a dioses aún más viejos que él. Un templo, tallado en obsidiana y coral negro, emergía entre las ruinas como un corazón que seguía latiendo bajo el agua.

Poseidón descendió.

Sus pies tocaron el fondo arenoso frente al templo hundido. No había guardianes, pero sentía ser observado. Las estatuas de los titanes —Océano, Tetis, Forcis— lo miraban con ojos de piedra erosionada, y aun así, con un juicio que traspasaba el tiempo. Era un lugar donde los dioses no gobernaban: aquí, solo se escuchaban los ecos del origen.

En el centro del templo, una sala redonda, aún intacta, contenía un espejo de agua que no se movía. Poseidón se arrodilló ante él. Al mirarlo, no vio su reflejo, sino una escena que lo heló.

El Olimpo.

Los doce tronos. En el centro, Zeus con el rayo en la mano. A su lado, Hera, solemne como la justicia. Apolo, joven y radiante, observaba con una mezcla de curiosidad y juicio. La runa, al parecer, había hecho eco más allá del abismo: el pacto había resonado hasta el cielo.

Poseidón —tronó la voz de Zeus, y aunque era una visión, el joven dios sintió el peso de su mirada—. Has reabierto un vínculo que fue sellado por voluntad de todos nosotros.

¿Por miedo o por arrogancia? —replicó Poseidón, sin saber si hablaba o pensaba.

Apolo dio un paso al frente, su voz como el sol al amanecer.

Lo que hiciste no fue una traición. Pero fue peligroso. Las profundidades son lo que el Olimpo decidió no ser: caos, cambio, olvido. ¿Estás seguro de que puedes convivir con eso?

Poseidón apretó el mango de su tridente. La runa vibraba en su interior.

No busco convivir. Busco comprender. Ya sellamos una vez por ignorancia. No repetiré el error por orgullo.

La imagen se disipó.

Una figura emergió del espejo: no monstruosa como en la fosa, sino majestuosa. Océano, el titán primigenio de todas las aguas, se alzó ante él. Su rostro era la marea, sus ojos, remolinos sin fondo.

Has despertado memorias viejas, joven dios. El Olimpo mira hacia abajo con temor, pero tú has hecho lo que pocos harían: escuchaste. No con oídos… con alma.

Poseidón bajó la mirada, no por sumisión, sino por respeto.

No soy titán. No soy mortal. Pero soy mar. Y si el mar guarda estos secretos, son parte de mí.

Océano extendió una mano y colocó sobre el pecho de Poseidón un segundo símbolo: una espiral de agua tallada en piedra líquida. Al contacto, la runa en el tridente vibró en sintonía. Ambas marcas resonaron juntas.

No es poder lo que te doy —dijo el titán—. Es memoria. Llevarla será tu carga… y tu salvación.

La visión se desvaneció. El templo se agrietó, no por destrucción, sino por cumplimiento. Ya no tenía nada más que ofrecerle.

Cuando Poseidón emergió del Mar de los Ecos Antiguos, la tormenta en el cielo había cedido. Pero no la del Olimpo.

A lo lejos, una figura descendía del cielo en un carro de luz. Cabellos dorados, mirada solar. Apolo.

Te buscan, tío —dijo el joven dios—. Zeus no entiende por qué llevas símbolos que ni él recuerda. Y algunos temen que estés abriendo puertas que debieron quedarse cerradas.

Poseidón asintió, sin temor.

Tal vez. O tal vez debieron abrirse hace mucho, y nadie tuvo el valor.

Apolo sonrió, con la ambigüedad de quien entiende más de lo que dice.

Entonces ven. No huyas del juicio. Enfréntalo. Porque si realmente eres un puente entre el abismo y la cumbre… será el Olimpo quien deba decidir si ese puente se cruza o se destruye.

El mar calló.

Y Poseidón, con la runa en su tridente y la espiral en el pecho, ascendió hacia el juicio de sus iguales.





¡Hasta aquí llegamos con éste capítulo de esta Historia de Aventuras!

Espero que les haya entretenido y esperen con ansias el próximo capítulo la semana que viene.


💦 En el próximo capítulo de "Crónicas del Dios del Océano"...

Las nubes sobre el Olimpo se cargan de tensión mientras los dioses mayores se reúnen en el Anfiteatro Celeste. No es común que uno de los suyos sea llamado a rendir cuentas, menos aún cuando ese alguien ha tocado lo que el Olimpo juró olvidar.

Zeus espera respuestas. Hera no oculta su desconfianza. Y entre ellos, voces divididas se alzan: algunas ven en Poseidón un visionario, otras, una amenaza.

Pero el juicio no será solo palabra. Las Moiras han tejido un desafío, una prueba que pondrá a Poseidón ante los límites de su voluntad y el peso de su decisión. Porque para ser puente entre mundos, deberá demostrar que puede resistir el paso de ambos.

Y no todos desean que lo logre.

¿Será el joven dios capaz de sostener su promesa sin quebrarse?

¿O el Olimpo lo arrastrará de vuelta a la superficie… con cadenas?




¡No se lo pierdan la próxima semana!

Muchas gracias por su tiempo y apoyo,

Los estaré viendo cada semana con un capítulo nuevo.

🌸Persephone



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