Las Aventuras del Conquistador
🌸 Muy buenas tardes a todos, ¡bienvenidos a un nuevo capítulo de esta fascinante historia!
Les habla Persephone, y hoy tengo el placer de presentarles el capítulo treinta y nueve de Las Aventuras del Conquistador. En esta entrega, nos centraremos en Alejandro Magno y en su evolución hacia una figura legendaria.
¡Prepárense para sumergirse en su épico viaje!
Resumen del capítulo anterior: “Forjando la Alianza Final” - La Última Sanadora
Bajo la luz de la luna y el resplandor del Espejo de Baldur, el grupo se reunió para compartir sus experiencias antes de enfrentar a Himiko. Teodora fue la primera en hablar, relatando su enfrentamiento contra la Dama del Ocaso, donde aprendieron que la verdadera batalla no siempre se libra con la espada, sino con la astucia y la luz. Carlomagno y Alejandro reflexionaron sobre la importancia de la estrategia, mientras Manco Cápac destacó que no todos los enemigos merecen ser destruidos, pues algunos son solo víctimas de su destino. Loki, con su ingenio característico, compartió cómo su astucia le permitió vencer a un demonio atrapándolo en su propia trampa, reforzando la idea de que la inteligencia es tan crucial como la fuerza en la batalla.
Cuando Alejandro y Zenobia tomaron la palabra, hablaron de su enfrentamiento con la Prueba de la Dicotomía en Kratos, donde comprendieron que aceptar su oscuridad los hacía más fuertes. Fu Fei reconoció la importancia de esas lecciones y afirmó que el verdadero combate no solo es físico, sino también mental y espiritual. Con sus experiencias compartidas y un vínculo fortalecido, el grupo se sintió más unido que nunca. Armados con el Espejo de Baldur y el conocimiento adquirido, avanzaron con determinación hacia su destino final: el enfrentamiento contra Himiko.
Capítulo 39: “La Batalla Final: Destinos en Juego”
El camino hacia el dominio de Himiko se tornaba cada vez más oscuro. La luz del Espejo de Baldur, que antes reflejaba con claridad los rostros de los viajeros, ahora apenas lograba abrirse paso entre la densa neblina que cubría la senda. La presencia de la oscuridad de Isabela Bathory era innegable; su influencia deformaba el paisaje y llenaba el aire con una energía opresiva. Cada paso se sentía más pesado, como si la misma tierra intentara retenerlos. Los árboles, antaño robustos y frondosos, parecían ahora retorcidos y marchitos, sus ramas como garras extendiéndose en la penumbra.
La primera señal de peligro no tardó en aparecer. Un murmullo espectral surcó el viento, seguido de sombras que se alzaban desde el suelo como espectros sin forma definida. Su simple presencia helaba la sangre, y susurros incomprensibles llenaban la mente de los viajeros con dudas y temores. Heimdall fue el primero en reaccionar, clavando su espada en la tierra con fuerza.
—No permitan que estas sombras penetren su corazón —advirtió, su voz firme resonando por encima del caos.
Atenea alzó su escudo, canalizando su luz para disipar la penumbra. Las sombras chillaron al contacto con su resplandor, pero pronto se reagrupaban, más agresivas y astutas, deslizando su forma entre los combatientes. Loki, con su aguda percepción, observó los patrones de sus movimientos y comprendió la clave.
—No podemos simplemente luchar contra ellas —anunció, con una sonrisa astuta en el rostro—. Están hechas de miedos y dudas. Si no las enfrentamos con la verdad, nunca se desvanecerán.
Alejandro Magno, comprendiendo el mensaje, cerró los ojos y se concentró. Recordó todas las veces en las que su confianza había tambaleado, pero en lugar de rechazar esos sentimientos, los aceptó. Su figura se envolvió en un aura dorada y las sombras a su alrededor se desvanecieron como niebla bajo el sol. Siguiendo su ejemplo, los demás comenzaron a enfrentar sus propios temores, disipando las criaturas hasta que el silencio volvió a reinar.
El aire quedó enrarecido, como si la propia atmósfera contuviera la respiración en anticipación. Un relámpago violáceo cruzó el cielo, iluminando por un instante un valle que hasta entonces parecía sumido en tinieblas. Allí, una figura esperó pacientemente su llegada. Vestida con una armadura oscura de reflejos sangrientos y un porte regio, Tomyris los observaba con una calma inquietante. Su presencia emanaba autoridad y un peligro latente, como si cada movimiento suyo pudiera desatar una tormenta.
A su lado, una bestia colosal se alzaba en la penumbra: un león oscuro con alas, nacido del mismísimo infierno. Su melena se agitaba como fuego negro, y sus ojos ardían con un fulgor sombrío. Sus garras, afiladas como dagas, se clavaban en el suelo con un poder ominoso, y su respiración exhalaba un vaho gélido que ennegrecía la hierba a su alrededor.
—Han llegado lejos, más de lo que muchos se atreven a imaginar —susurró Tomyris con voz seductora y cruel—. Pero la pregunta es... ¿cuánto están dispuestos a perder?
Sin darles oportunidad de responder, chascó los dedos. El león rugió con una fuerza que sacudió el suelo y partía las rocas bajo sus patas. Desde las sombras emergieron guerreros espectrales, antiguos caídos en batalla que ahora luchaban bajo su mando. Sus ojos resplandecían con una luz mortecina, y sus armas emitían un brillo insano.
Pero entre ellos, una figura familiar hizo que los corazones de los viajeros se detuvieran un instante.
Sigfrido. Su mirada vacía reflejaba la oscuridad que lo consumía, sus pupilas envueltas en una penumbra abisal. Apretaba su espada con una tensión que le marcaba los nudillos, pero no había reconocimiento en su rostro. Solo el frío e implacable juicio de alguien que ya no se pertenecía a sí mismo.
Carlomagno sintió un peso en el pecho. Sigfrido, su aliado, su amigo, ahora era un peón de la oscuridad.
—Debemos salvarlo —murmuró Zenobia, con la determinación ardiendo en su voz.
—Y derrotar a Tomyris —agregó Manco Cápac, desenfundando su arma.
El dilema era claro: rescatar a su compañero o seguir adelante. Pero sabían que no había marcha atrás.
El rugido del león infernal resonó en la noche, y con él, la batalla comenzó.
¡Hasta aquí llegamos con este capítulo!
Espero que les haya gustado.
Información Importante
Desde ahora los grupos estarán peleando unidos para la batalla final contra Himiko hasta que la Gran Batalla finalice. Así que el orden semanal será siempre primero el capítulo de La Última Sanadora, y cómo siguiente Las Aventuras del Conquistador.
Una vez terminada, cada grupo partirá con su siguiente aventura.
Muchas gracias,
Los estaré viendo cada semana con un capítulo nuevo de mi historia.
🌸Persephone
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