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Las Aventuras del Conquistador
🌸 Muy buenas tardes a todos, ¡bienvenidos a un nuevo capítulo de esta fascinante historia!
Les habla Persephone, y hoy tengo el placer de presentarles el capítulo veinticuatro de Las Aventuras del Conquistador. En esta entrega, nos centraremos en Alejandro Magno y en su evolución hacia una figura legendaria.
¡Prepárense para sumergirse en su épico viaje!
Resumen del capítulo anterior: “Las Pruebas de Luz y Sombra parte III: La Búsqueda de Armonía Interior”
El grupo avanzaba en silencio por un sendero envuelto en la bruma del amanecer, cargando en sus corazones la fortaleza ganada en pruebas anteriores. Al llegar a Kratos, un lugar donde la luz y la sombra convergían, Fu Fei les explicó la naturaleza de la Prueba de la Dicotomía: enfrentar su propia luz y oscuridad para alcanzar un equilibrio interno. Frente a estatuas colosales que simbolizaban la dualidad, Zenobia, Carlomagno y Alejandro se prepararon para confrontar sus miedos más profundos, conscientes de que solo al abrazar ambos aspectos de su ser podrían liberar el verdadero poder de la unidad.
Cada uno enfrentó su prueba individual: Alejandro luchó contra las sombras de su arrogancia, aprendiendo que la verdadera grandeza reside en la humildad y la capacidad de escuchar. Carlomagno confrontó las llamas de su temperamento, entendiendo que el verdadero poder no está en la furia, sino en guiar con calma su fuego interno. Zenobia se enfrentó a la soledad, descubriendo que, incluso en la oscuridad, siempre había una chispa de esperanza dentro de ella. Al superar sus desafíos, el grupo se reunió bajo la aprobación del Guardián de la Dicotomía, quien abrió un portal dorado. Unidos y fortalecidos, cruzaron el umbral, listos para enfrentar los desafíos finales con un equilibrio renovado entre luz y sombra.
Capítulo 24: “Las Pruebas de Luz y Sombra parte IV (final): La Prueba del Reflejo Oscuro”
El amanecer rompía tímidamente sobre el desfiladero, tiñendo el cielo de un púrpura etéreo. Las sombras de las montañas se alargaban, proyectando figuras inquietantes que parecían cobrar vida con cada ráfaga de viento. El grupo avanzaba en silencio, cada paso resonando como un eco antiguo que se perdía en la inmensidad rocosa. La tensión era palpable, como si el aire mismo contuviera la respiración, expectante por lo que estaba a punto de ocurrir.
Frente a ellos, el arco de piedra emergía de la niebla, cubierto de inscripciones que destellaban con una luz tenue, casi espectral. Las runas serpenteaban por la superficie, sus destellos formando figuras que parecían moverse, susurrando secretos en un lenguaje que solo el tiempo podía comprender. Fu Fei se detuvo, su mirada fija en el arco.
—Esta es la Puerta de los Reflejos —dijo, su voz apenas un susurro que se desvaneció en el viento—. Aquí enfrentarán las distorsiones más oscuras de su ser. No solo deberán ver... sino comprender y trascender.
El silencio que siguió fue espeso, como una niebla que envolvía el alma. Carlomagno apretó el mango de su espada; Zenobia acarició el amuleto que colgaba de su cuello, y Alejandro respiró hondo, sintiendo el calor protector del león guardián a su lado. Sin intercambiar palabras, cruzaron el umbral.
El mundo cambió al instante. Se encontraron en un salón vasto y sin fin, donde las paredes, el techo y el suelo eran espejos perfectos, multiplicando su reflejo en un juego interminable de luces y sombras. Las superficies reflejaban destellos dorados que se mezclaban con penumbras profundas, creando un espectáculo hipnótico. El aire estaba cargado de electricidad, vibrando con una tensión invisible que erizaba la piel.
Los reflejos no eran estáticos; parecían respirar, moverse por voluntad propia. Ojos distorsionados los seguían, miradas vacías que ocultaban secretos ancestrales. Una risa suave, casi imperceptible, serpenteó por la sala como un susurro de otro mundo.
—Esto no es un lugar... es una trampa de almas —murmuró Zenobia, su voz apenas audible.
De repente, los espejos vibraron con fuerza. Sus reflejos comenzaron a distorsionarse, saliendo del cristal como sombras líquidas que se solidificaron ante ellos, tomando forma.
Alejandro: La Sombra de la Ambición
Alejandro se encontró rodeado de sombras que formaban un ejército imponente. Su propio reflejo, más alto y oscuro, se alzaba al frente, con una mirada despectiva y cruel.
—¿Crees que tu deseo de grandeza te hará diferente? —susurró la sombra—. Todo lo que tocas se desmorona. La ambición te consume.
El rugido del león guardián resonó a su lado, un sonido profundo y poderoso. Alejandro lo miró, su mirada encontrando la sabiduría en los ojos dorados del felino. —La verdadera grandeza no es dominar —dijo con voz firme—, sino liderar con humildad.
Las sombras empezaron a disolverse, una a una, hasta que solo quedó su reflejo verdadero, sereno y firme.
Carlomagno: El Fuego de la Destrucción
Carlomagno se enfrentó a un reflejo gigantesco, una versión monstruosa de sí mismo envuelta en llamas negras que devoraban todo a su alrededor. El calor era abrasador, cada llama danzaba como si tuviera vida propia, susurrando palabras de caos. La figura lo miraba con ojos llameantes, una mueca de poder absoluto.
—El poder es lo único que puede proteger lo que amas —rugió el reflejo, su voz retumbando como un trueno—. Pero sin control, todo será cenizas.
Las llamas se expandían, consumiendo el suelo a su alrededor, amenazando con alcanzarlo. El sudor perlaba su frente, pero en su mente recordó la llama serena de Deméter, el equilibrio que habían alcanzado juntos. Respiró hondo, sintiendo el calor en su pecho, pero esta vez, no era destructivo.
—El verdadero poder no es dominar... sino guiar —dijo, su voz firme y calmada.
El fuego oscuro comenzó a disminuir, transformándose en una luz dorada y cálida. La sombra se desvaneció, dejando tras de sí solo un resplandor suave.
Zenobia: El Abismo de la Soledad
Zenobia se encontró sola frente a un espejo colosal que se extendía hasta el infinito. Su reflejo se multiplicaba a su alrededor, cada versión de ella mostrando una faceta diferente: una Zenobia enfurecida, otra desolada, otra altiva. Cada imagen susurraba dudas y miedos, su voz un eco que retumbaba en la vastedad del salón.
De entre las sombras, una figura más oscura emergió. Era ella misma, pero con ojos carmesíes y una expresión cruel. —Siempre has temido estar sola —susurró la sombra, su voz un eco frío—. Te rodeas de otros, pero ¿cuándo todo se derrumbe, quién estará a tu lado? Serás abandonada... como siempre.
Las palabras penetraron en su corazón como espinas envenenadas. La sala pareció oscurecerse, las sombras cerrándose alrededor de ella como un manto sofocante. La desesperación amenazaba con consumirla. Pero entonces, un destello dorado brilló en su hombro. El hada que había sido su guía relució, su luz diminuta pero intensa, un faro en la oscuridad.
—No estoy sola —dijo Zenobia, su voz temblando al principio, pero ganando fuerza—. La soledad es una elección. Y yo he elegido confiar en mis compañeros... y en mí misma.
El reflejo oscuro se retorció, gritando en un silencio aterrador mientras se desintegraba en una lluvia de luz que se dispersó en el aire.
El salón se inundó de luz, un resplandor cegador que disipó la última sombra restante. Los espejos, ahora cristalinos y brillantes, reflejaban no solo sus imágenes, sino las transformaciones internas que habían sufrido. Cada superficie relucía como si custodiara un fragmento de verdad recién revelada.
De entre las sombras disipadas, Fu Fei emergió con una presencia que parecía más etérea, casi divina. Sus ojos brillaban con un fulgor profundo, como si ella misma hubiera presenciado la esencia del grupo renacer.
—Han enfrentado y trascendido sus miedos —su voz resonó en cada rincón del salón, cargada de un poder antiguo, de siglos de sabiduría y sacrificio—. Ahora, conocen la verdadera fuerza que reside en el equilibrio entre la luz y la sombra. Esa es la clave para enfrentar lo que viene.
El eco de sus palabras reverberó en el aire, como si el propio tiempo las grabara en las paredes de aquel espacio sagrado. El portal dorado que se abrió detrás de ella parecía respirar, la luz pulsaba suavemente, invitándolos a cruzar. Su resplandor cálido no solo iluminaba el salón, sino también las profundidades de sus almas, reconociendo sus victorias personales.
Zenobia, Carlomagno y Alejandro intercambiaron miradas cargadas de significado. No necesitaban palabras para entender lo que habían logrado. Habían caminado por la oscuridad de sus propios corazones y regresado más fuertes, con cicatrices convertidas en marcas de honor.
Deméter, el majestuoso dragón, extendió sus alas, emitiendo un rugido bajo que resonó con poder y orgullo. El león guardián de Alejandro caminó hasta su lado, sus ojos dorados reflejando la luz del portal. Las criaturas mágicas sabían que el momento decisivo se acercaba.
—Esto no es solo nuestro triunfo —susurró Zenobia, sintiendo cómo el hada en su hombro irradiaba luz—. Es la promesa de un futuro que debemos proteger.
—Isabela Bathory no es solo una amenaza para el mundo —añadió Carlomagno, su voz firme—. Es la prueba definitiva de lo que somos capaces de hacer juntos.
Alejandro apretó el puño, su mirada fija en el umbral dorado. —Vamos a enfrentarla no solo con fuerza —dijo—, sino con todo lo que hemos aprendido. La oscuridad será sanada, y el mundo volverá a conocer la verdadera luz.
Con el corazón latiendo al unísono, sus pasos resonaron en perfecta armonía al cruzar el portal. Cada uno llevaba consigo no solo el poder de la luz y la sombra, sino la certeza inquebrantable de que juntos podían restaurar el equilibrio perdido. La luz del umbral los envolvió, y en ese momento, no eran solo guerreros o líderes. Eran la última esperanza de un mundo al borde de la oscuridad.
La puerta se cerró detrás de ellos con un suspiro silencioso, como si la misma eternidad reconociera la importancia del viaje que estaban a punto de completar. La batalla final con Isabela Bathory los aguardaba, y esta vez, no serían sombras las que lucharían contra ellos, sino la propia oscuridad encarnada.
¡Hasta aquí llegamos con este capítulo!
Espero que les haya gustado.
Muchas gracias,
Los estaré viendo cada semana con un capítulo nuevo de mi historia.
🌸Persephone
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