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🌸 Muy buenas tardes, ¡bienvenidos a un nuevo capítulo de mi historia, "La Última Sanadora"!
Soy Persephone, y hoy tengo el placer de presentarles el capítulo veinte que se enfoca en Teodora, sus aventuras y su evolución para convertirse en la más destacada curandera de los últimos tiempos. ¡Acompáñenme en este emocionante capítulo!
🌸 Resumen del anterior capítulo: “Un amigo en aprietos parte V: La Canción del Bosque”
En el capítulo anterior Manco sostiene la joya con admiración mientras Atenea sugiere un plan para enfrentar al líder de los ladrones. Khubilai, preocupado por su novia, insiste en la urgencia de rescatarla, pero Teodora advierte sobre los riesgos de actuar precipitadamente. Manco menciona la posibilidad de consultar a un viejo sabio de una aldea cercana, quien podría tener información sobre el campamento de los ladrones.
El grupo decide dividirse: Manco y Atenea irán en busca del sabio, mientras Khubilai y Teodora se preparan para un posible enfrentamiento. Al llegar a la aldea, el sabio les revela que hay un pasadizo subterráneo hacia el campamento, pero solo se puede acceder cantando una melodía que deben aprender al escuchar los ecos del bosque.
Mientras tanto, Khubilai y Teodora refuerzan su refugio, con Khubilai ansioso por la seguridad de su novia. Al regresar Manco y Atenea, traen consigo las claves para aprender la canción del bosque, lo que les permitirá sorprender al líder de los ladrones. Con renovada determinación, el grupo se reúne alrededor de una fogata para practicar la melodía, preparándose para el desafío que les espera al amanecer. La joya y la canción se convierten en símbolos de su lucha.
🌸 Capítulo 20: “Un amigo en aprietos parte VI: El Escondite del Jefe de los Ladrones”
El aire fresco de la mañana envolvía al grupo mientras se adentraban en el bosque, guiados por el eco de la canción del bosque que resonaba en sus corazones. Manco y Atenea habían compartido los secretos del sabio, y ahora cada uno de ellos se sentía más conectado con la naturaleza que nunca. La melodía se entrelazaba con los sonidos del viento y el susurro de las hojas, creando una armonía que les daba confianza.
“Debemos escuchar con atención,” murmuró Atenea, deteniéndose en un claro. “Cada sonido es una parte de la canción. Aquí, el canto de los pájaros y el murmullo del agua parecen indicar la dirección correcta.”
Manco asintió, cerrando los ojos para dejarse llevar por la música del entorno. “Sigamos el eco de la melodía,” sugirió. “El sabio dijo que el pasadizo estará cerca de donde los ecos sean más fuertes.”
Después de varios minutos de caminar, los ecos comenzaron a resonar con mayor intensidad. Un sonido de agua fluyendo se hizo más claro, y ante ellos se abrió un pequeño arroyo que serpenteaba entre las piedras. Manco, sintiendo una conexión profunda con la canción, comenzó a entonar suavemente una parte de la melodía. Al hacerlo, notó que el agua parecía vibrar al compás de su voz.
“¡Mira!” exclamó Teodora, señalando un arbusto denso. Al apartar las ramas, descubrieron una abertura en la roca que conducía a un pasadizo oscuro. “Este debe ser el lugar,” dijo Khubilai, sintiendo que la emoción crecía en su pecho.
Con determinación, el grupo se adentró en el pasadizo, siguiendo el sonido de la canción. Mientras caminaban, las paredes de piedra se iluminaban con una tenue luz que emanaba de las raíces de los árboles. Era como si la naturaleza misma les guiara.
Al llegar al final del pasadizo, se encontraron ante una salida que daba a un claro iluminado por la luz de las antorchas. En el centro, un campamento se extendía ante ellos, con la figura imponente del jefe de los ladrones destacándose entre sus hombres. Los chicos intercambiaron miradas, conscientes de que debían esperar hasta que la oscuridad se apoderara del lugar.
“Si salimos ahora, corremos el riesgo de ser detectados,” susurró Teodora, observando los movimientos de los ladrones. “Debemos esperar a que todos estén distraídos.”
Así que se ocultaron entre los árboles, con el corazón latiendo al unísono, aguardando la caída de la noche. A medida que el sol se escondía, el campamento se sumía en una atmósfera más relajada, y los ladrones comenzaron a reír y contar historias alrededor de la fogata.
Finalmente, cuando la oscuridad cubrió el campamento, el grupo se preparó para actuar.
La canción del bosque resonaba en sus corazones, dándoles valor. Con pasos silenciosos, se acercaron a la fogata, listos para ejecutar su plan.
Sin embargo, al llegar al borde del campamento, una escena desgarradora se presentó ante ellos: Khubilai vio a su novia, abrazándose tiernamente con el jefe de los ladrones, riendo y compartiendo un momento que le partió el corazón. La imagen se clavó en su mente como una daga.
“¡No puede ser!” murmuró Khubilai, la ira y la incredulidad surgiendo en él. “¿Qué está haciendo?”
Su respiración se volvió pesada mientras el dolor y la rabia tomaban control. Atenea y Teodora intentaron sujetarlo, pero era demasiado tarde. La furia lo consumió.
“¡Suelta a mi novia!” gritó Khubilai, saltando hacia el centro del campamento, olvidando por completo el plan de permanecer en la sombra. La sorpresa se convirtió en caos instantáneamente. Los ladrones se giraron hacia él, sus rostros marcados por la confusión.
“¡Vete de aquí, Khubilai!” gritó su novia, levantando la mano como si intentara calmarlo. Pero el jefe de los ladrones sonrió con desdén, disfrutando del espectáculo.
“¿Así que has venido a rescatarla? Te has equivocado de historia, valiente,” dijo, y en un instante, se lanzó hacia Khubilai.
La batalla estalló. Khubilai se lanzó contra el jefe, su espada chocando con la del ladrón en un estallido de chispas. El ruido del combate rompió la tranquilidad del bosque, y las sombras se convirtieron en caos.
Atenea y Manco intercambiaron miradas, sabiendo que debían intervenir. “¡Khubilai, no!” gritó Manco, pero su voz fue ahogada por el clamor de la pelea.
Teodora se lanzó a la refriega, tratando de cubrir a Khubilai mientras luchaban contra los ladrones que se acercaban. El fuego del campamento iluminaba sus rostros, revelando la determinación de los aventureros y la desesperación de Khubilai.
Mientras la batalla continuaba, Khubilai sintió una mezcla de rabia y confusión. La imagen de su novia en brazos del jefe de los ladrones lo abrumaba, pero al mismo tiempo, la necesidad de rescatarla lo impulsaba. Sin embargo, cada golpe que intercambiaba con el jefe solo alimentaba su frustración.
“¿Por qué, Wu?” gritó, mirando a su novia con desespero. “¿Por qué estás con él?”
El fuego del conflicto iluminaba las sombras del bosque, y la lucha se intensificaba. El destino del grupo pendía de un hilo, mientras la lealtad, la traición y la confusión se entrelazaban en la noche. La canción del bosque se había convertido en un eco lejano, y la batalla había comenzado.
¡Hasta aquí llegamos con éste capítulo de esta Historia de Aventuras!
Espero que les haya entretenido y esperen con ansias el próximo capítulo la semana que viene.
Muchas gracias por su tiempo y apoyo,
Los estaré viendo cada semana con un capítulo nuevo.
🌸Persephone
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- Infinity Kingdom / 無盡城戰