“Tomiris: El Control de la Hechicera” [Capítulo 18] Las Aventuras del Conquistador - Infinity Kingdom

Las Aventuras del Conquistador

🌸 Muy buenas tardes a todos, ¡bienvenidos a un nuevo capítulo de esta fascinante historia!

Les habla Persephone, y hoy tengo el placer de presentarles el capítulo dieciocho de Las Aventuras del Conquistador. En esta entrega, nos centraremos en Alejandro Magno y en su evolución hacia una figura legendaria. ¡Prepárense para sumergirse en su épico viaje!

🌸 Pequeño detalle de atualización

Nueva adaptación para:

• Isabela Bathory: Maléfica
• Tomiris: Morgana Pendragon (Anteriormente utilizada para Isabela Bathory).

Resumen del capítulo anterior: “El segundo almirante: Björn”

Al adentrarse en un nuevo pasillo, una sensación ominosa los envuelve, y pronto se encuentran con Bjorn, quien demuestra su poder con un ataque que provoca temblores en el suelo. A pesar de su intimidante presencia, el grupo se une bajo el liderazgo de Alejandro y Zenobia, quien usa su magia para debilitar a Bjorn.

Con el dragón Deméter y el león guardián, combinan sus fuerzas en un ataque sincronizado, logrando desestabilizar al almirante. En un esfuerzo conjunto, Alejandro clava su espada en el escudo de Bjorn, liberando la energía absorbida y derrotándolo.

Aunque celebran su victoria, Zenobia advierte que la lucha contra Isabel aún no ha terminado, impulsando al grupo a prepararse para el siguiente desafío.

Capítulo 18: “Tomiris: El Control de la Hechicera”

El grupo avanzaba por un pasillo oscuro, el aire espeso como una manta de inquietud. Las paredes estaban cubiertas de un musgo húmedo y esponjoso que parecía absorber la luz, creando sombras danzantes que se retorcían a su alrededor. La sensación de desasosiego se apoderaba de ellos, como si el propio lugar respirara con un aliento helado. Cada paso resonaba en el silencio, un eco distante que les recordaba la soledad y el peligro inminente.

De repente, un suave eco reverberó en el aire, como si una voz oculta estuviera llamando. Y, sin previo aviso, una figura encapuchada apareció ante ellos, como surgida de la misma oscuridad: Tomiris, la poderosa hechicera que había sido mencionada en susurros y leyendas. Su figura era esbelta, y su túnica negra parecía absorber aún más la luz, intensificando la atmósfera de temor.

“Bienvenidos, intrusos,” dijo Tomiris, su voz un susurro suave que reverberaba en las paredes del pasillo. Las palabras parecían envolverlos, un manto de ominosidad que prometía la pérdida de todo lo que amaban. “¿Listos para perder lo que más aman?”

Sin previo aviso, levantó su mano, y un destello de luz púrpura brotó de sus dedos, iluminando su rostro con una siniestra belleza. El Guardián León, que había estado al lado de Alejandro, se paralizó, sus ojos llenos de confusión, como si la magia de Tomiris hubiera entrado en su mente y nublado su juicio. Con un movimiento de su mano, el león rugió, un sonido que resonó en el pasillo como un trueno, y se abalanzó sobre Alejandro y Carlomagno, controlado por la oscura voluntad de la hechicera.

“¡No, León!” gritó Alejandro, sus palabras llenas de desesperación. Pero el león, poseído por una fuerza que no podía entender, se lanzó hacia ellos con una furia desatada, su poderosa figura como un huracán en movimiento. Carlomagno, en un acto reflejo, levantó su escudo, pero el impacto fue brutal, arrojándolo al suelo con un golpe que resonó en el corazón de cada miembro del grupo.

“¡Resiste!” exclamó Zenobia, que, desde un rincón del pasillo, trataba de interceder con su magia. Con manos temblorosas, invocó un rayo de luz, pero Tomiris sonrió, una sonrisa helada que le cortó la respiración.

“No es tan fácil librarse de mi control,” dijo, mientras sus ojos brillaban con un fuego oscuro. La tensión en el aire era palpable, y el caos se desataba a su alrededor.

Mientras el Guardián León seguía atacando, el grupo luchaba por recuperar el control. Alejandro, levantándose del suelo con determinación, sintió una mezcla de miedo y rabia. “Debo recuperar a mi compañero”, pensó. Pero en ese instante, una sombra envolvió su mente, y comenzó a moverse hacia sus aliados como un guerrero poseído.

“¡Alejandro, no!” gritó Carlomagno, su voz desgarradora en medio del tumulto. Al ver a su hermano acercarse, con los ojos vacíos y el cuerpo rígido, su corazón se llenó de pavor. Las fuerzas de la magia y la sangre parecían entrelazarse en un duelo de voluntades, una batalla interna que decidía el destino de sus almas.

“¡Lucha contra ella!” exclamó Zenobia, sus palabras llenas de esperanza mientras intentaba romper el hechizo con otro rayo de luz. Pero el aura de Tomiris era intensa, un muro casi infranqueable que contenía su poder.

En medio de la confusión, algo cambió. El vínculo entre los hermanos, forjado a través de meses de aventuras y sufrimientos compartidos, comenzó a brillar con una luz propia. Carlomagno, desesperado, miró a Alejandro a los ojos, buscando ese destello de reconocimiento que sabía que aún estaba allí. “¡Confía en mí!” gritó, su voz un faro en la oscuridad. “Recuerda quiénes somos.”

Fue en ese momento que un destello de lucidez brilló en los ojos de Alejandro. Su voluntad, una chispa de luz en medio de la penumbra, se enfrentó al poder oscuro de Tomiris. Con la fuerza de su lazo fraternal, ambos hermanos encontraron su fuerza. Un grito unificado resonó entre ellos, una conexión pura que quebró el control de la hechicera.

“¡Ahora, juntos!” ordenó Alejandro, y el grupo, revitalizado, se reagruparon, lanzándose hacia Tomiris con un renovado espíritu de lucha. La magia de la unidad se sentía palpable, como una corriente eléctrica que fluía entre ellos.

A medida que se acercaban, el control de Tomiris comenzaba a flaquear. Pero justo cuando creían que podían asestar un golpe decisivo, la tierra tembló. Unos brotes de un árbol oscuro surgieron del suelo, creciendo rápidamente y formando espinas afiladas que se alzaban como muros impenetrables, bloqueando su camino.

“¡No tan rápido, jóvenes guerreros!” La voz de Isabel Bathory resonó, cargada de burla y desdén. “¿Creían que era tan fácil? Mis ramificaciones se alimentan de su desesperación.”

El grupo se detuvo, sus corazones latiendo con fuerza al ver cómo las espinas se alzaban, como la mandíbula de una bestia dispuesta a devorarlos. Isabel se reía, disfrutando del espectáculo de su angustia. “Pero no se preocupen, todavía hay una última sorpresa para ustedes.”

Con un movimiento de su mano, una nueva figura encapuchada emergió de la oscuridad, su presencia imponente llenando la sala con una energía opresiva. Un aura de poder emanaba de él, y su risa macabra resonó en el aire, desafiando a cada uno de ellos. “¿Están listos para el verdadero desafío?”

El grupo, ahora más unido que nunca, intercambió miradas de determinación, preparándose para enfrentar este nuevo adversario. Sabían que su lucha por la libertad apenas comenzaba, y que cada uno de ellos tendría que desatar el poder que llevaban dentro para sobrevivir a la tormenta que se avecinaba.

¡Hasta aquí llegamos con este capítulo!

Espero que les haya gustado.

Muchas gracias,

Los estaré viendo cada semana con un capítulo nuevo de mi historia.

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